18. Solo... no me quiero ir

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❝Capítulo dieciocho: Solo... no me quiero ir❞

Pasaron los días al igual que el cumpleaños de James, las semanas siguientes estos dos se estaban recuperando.

Entre el transcurso, ellos eran tratados como muñecos de porcelana, no podían volver a jugar Quidditch a menos que estén lo suficientemente recuperados, algo que si iba a demorar algunos meses, por lo que, no estuvieron para el próximo partido, lo cual dejó en desventaja al equipo, teniendo que buscar a unos suplentes rápidamente, algo que los llevó a la derrota y conseguir el tercer puesto.

Ya estaba acabando el curso, razón para que los amigos estén un poco más motivados en curarse, algo que si lograron, llegando a mitad de junio sanos y salvos.

Ese verano sí que sería diferente a los anteriores, en primer lugar _____ se iría a Ámsterdam, quedándose en casa de sus tíos. La razón de esto era de que los padres de la joven tendrían que estar un tiempo indefinido en Gales, por lo que cuando los padres de la chica terminaran los asuntos, volverían con ella a Inglaterra.

Luego estaba Luke, el cual volvería a Bulgaria con su familia, probablemente se quedaría ahí todo el verano, sus padres insistían con que debían visitar a sus abuelos, en especial porque no había asistido en Navidad.

En el caso del cuarteto mágico, ellos sí quedaron en verse, James los invitó a su casa, estos preguntarían ni bien llegar y ver a sus familiares, de seguro sería un muy buen verano, aunque podría ser mejor si su amiga se presentaba.


...


— Sirius, apúrate — habló _____, la cual lo estaba jalando de la mano para dirigirse hacia el gran comedor, el último banquete del curso.

— No me quiero ir — respondió el azabache, mientras seguía siendo arrastrado por su amiga.

— Nos deben estar esperando — avisó la joven mientras seguía corriendo, aún de la mano.

— No es mi culpa, igual no me quiero ir — replicaba el azabache, triste, ya que, se acababa el curso.

— Avanzas a paso de tortuga — habló la joven mientras reía y dejaba de correr, avanzando así al paso del ojigris, sin soltarle la mano.

— No me cansaré de repetirlo, no me quiero ir — volvió a hablar haciendo un puchero.

— A ver, y ¿por qué no te quieres ir? — preguntó la joven, con algunas risitas de por medio.

— Porque no los veré en todo el verano — respondió con tristeza en su voz.

— Pero si vas a Remus, James y Peter — dijo la joven, intentándole subir los ánimos.

— Si, pero no te veré a ti... ni a Gryffin — suspiró el ojigris — aparte la mayoría de tiempo lo pasaré en mi casa, encerrado en mi habitación, ya que, si salgo, la malvada de mi madre me comenzará a criticar por mi casa y — aclaró su voz — "ser una deshonra para la familia" — terminó de hablar con un tono gracioso, el cual le causó un par de carcajadas a la joven.

— Te prometo que te escribiré todas las semanas — respondió la joven aun riendo, pero vio la cara del azabache, la cual tenía una expresión de "es mucho tiempo", o eso era lo que ella entendía — bien, cada dos días, ¿te parece? — preguntó mientras ya estaban pasando por las puertas del Gran Comedor.

— Me parece perfecto, mademoiselle — contestó el azabache, lo más refinado posible.

— Pues que bien que piense así Sir Sirius, ya que la pobre lechuza estaría cansada de tanto viaje... — la joven iba a continuar hablando, pero luego se acordó de un pequeño detalle, ¡No tenía lechuza!

El principio es el fin y el fin es el principioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora