El principio es el fin y el fin es el principio

22. ¿Remus?

Los días continuaron normales, normales para ellos, bromas, estudio o algo parecido a esto, ya que tener a James y Sirius en un grupo de estudio es totalmente desastroso, gracioso pero desastroso; robar comida de las cocinas y entrenamiento.

Sirius había tomado el ánimo de invitar a su amiga cada Luna Llena hacia la torre de astronomía, había visitado solo una vez junto con ella, quedando maravillado por el ambiente que se sentía, aunque claro, exceptuando su salida de seguimiento a su amigo el castaño.

Por el lado de _____, ella aceptaba gustosa, los pequeños momentos que tenía con el ojigris los consideraba especiales, se sentía diferente junto a él, completa por así decirlo, sus bromas, chistes, su actitud y la información al azar que podía sacar al tema.

Esa sería su segunda visita para ver Luna Llena junto a él, por lo que debía planificar que la salida saliese bien, verificar si James les prestaría la capa y esperar que la profesora Sinistra no tuviese clase en ese momento.

Dos tórtolos que no aclaraban sus sentimientos y de ser así, tardarían años en darse cuenta, tal vez sería demasiado tarde, o tal vez sería en el momento indicado.

...

Y la Luna Llena había llegado, entusiasmando a los dos jóvenes, emoción la cual no pasó desapercibida por sus amigos.

— Sirius, ¿vas a alguna parte? — preguntó Peter, el cual al parecer no captaba la situación.

— Si..., James, ¿ya tienes la capa?

— Si, está en el baúl, cuídala. Ahora sí, buenas noches — agarró su cobija y se dispuso a dormir, el cansancio de las prácticas lo mataba.

— ¿A dónde vas? — preguntó Remus, un tanto nervioso, ya que, el también debería salir de allí.

— Voy con ____.

— ¿Con ____?.

— Si y tengo prisa, adiós — se despidió rápidamente mientras se ponía la capa, para así, salir.

Mientras tanto, Remus pensó que debía avisarles antes sobre su salida, alguna excusa como las que daba antes, pero esta vez, se le había olvidado.
Consideró salir diez minutos después que Sirius, y si se lo encontraba por allí, decir que fue por comida.

Tenía que ingeniárselas para luego ir al Sauce Boxeador, avanzar, llegar a la casa de los gritos y ahí, convertirse en su pesadilla, un hombre lobo.

Su mayor temor en ese momento era que sus amigos lo descubrieran, y al hacerlo, dejasen de juntarse con él, sería muy doloroso para él, algo que no quería aceptar, por lo que decidió seguir mantenerlo en secreto.

Esperó el tiempo debido y se aventuró a salir de la habitación, debía hacerlo cuanto antes, para llegar a tiempo y pasar su transformación sin herir a nadie.

Para su suerte, llegó allí sin que nadie lo viese, o... eso era lo que él pensaba.

En los mismos momentos, los dos jóvenes se dirigían sigilosamente, bajo la capa, hacia la torre de astronomía, llegando así, en un par de minutos.
Se acomodaron y se dispusieron a mirar la belleza de Hogwarts en la noche, un momento de gran tranquilidad, sintiendo la brisa correr, la luz de la luna iluminando el lugar, todo apuntaba a que ese momento fuera perfecto y sin interrupciones, pero,
estas llegaron y fue el avistamiento qué tal vez estaban esperando, ese era el de su amigo el castaño.

— ahí está — susurró la joven al verlo.

— No creo que sea el, ¿Qué haría a estas horas? — preguntó el azabache algo confundido.

— No lo sé, pero sí es Remus, vamos a seguirlo antes que le pase algo.

Y así, los jóvenes se aseguraron, viendo minuciosamente, al lugar donde se dirigía, para así, bajo la capa, dirigirse hacia allí y asegurarse que no se hiciera daño.

Pero al ir a su encuentro, pasó lo mismo que la anterior ocasión, lo perdieron de vista, como si se lo hubiera tragado la tierra. Estos, preocupados, fueron en busca de alguna figura autoritaria, esperándose encontrar a la profesora McGonagall por allí.

— ¡Auh!, no me pises.

— Lo siento, fue casual.