ICE PRINCE [ENHYPEN - Sunghoon - FANFIC]

Capítulo 1

—¿Donde esta la estudiante Ji-won?—escuché a lo lejos que me llamaron aun con los auriculares puestos.

—Por allá, la chica con capucha, dibujando—le respondió alguien más.

Me gustaba la paz y la tranquilidad, mas aún cuando estaba dibujando, por eso solía ir a esconderme en la azotea, a las bancas cerca de la cancha de soccer o de la pista de atletismo pero por lo visto, ni así podía lograrlo.

No me volteé sino hasta que alguien tocó mi hombro y me vi obligada a quitarme la capucha del suéter y me saqué los auriculares de un tirón. No se podía escuchar música ni usar el celular en la escuela.

—Hola, perdona, te estábamos llamando por los altavoces pero entiendo por qué no escuchabas hasta acá —dijo con amabilidad la maestra Mi-Rae—. Necesito que vengas a la sala de profesores. Hay algo que quiero discutir contigo.

—Esta bien.

La seguí con unos pasos de distancia, por lo que volteaba de vez en cuando para asegurarse que la seguía.

Los pasillos a la hora de receso estaban usualmente desiertos. Uno que otro chico o chica sacando sus cosas del casillero o algún maestro haciendo ronda para asegurarse que los estudiantes no hicieran alguna travesura.

Ya sabía para qué me llamaba, pero no podía simplemente huir de mis responsabilidades.

Al llegar hasta su escritorio se sentó y me pidió que me sentará yo también.

—Imagino que ya sabrás por qué te he llamado, pero igual te lo mostraré.

La tabla de excel con notas de todos los estudiantes de mi clase estaba abierta en su ordenador.

—¿Ves esta casilla que está en rojo?—preguntó.

Asentí.

—Estas son tus notas de la unidad anterior—me lanzó una mirada preocupada—. ¿Qué te sucede? Tus notas no han sido tan buenas últimamente.

Últimamente.

Si supiera...

Recuerdos de hace unos meses volaron fugazmente por mi cabeza.

—Ji-won-ah, ¿Qué es esto? ¿Por qué está este dibujo aquí? Creí que lo habíamos guardado.

Resultaba que, mágicamente, aquel dibujo de cuando era niña, ese que tanto habían criticado y despreciado (y que pensé que mis papás habían incinerado), había aparecido entre mí ropa en el closet. Papá iba a dejar mi ropa limpia y doblada cuando lo vio.

—No tengo idea—me defendí.

Y era verdad. No podía ni si quiera imaginar cómo había sobrevivido aquella pobre hoja y menos aún, saber cómo había llegado hasta mí armario.

—¿Qué está pasando aquí? ¿Por qué tanto grito? —preguntó mamá alarmada al entrar a mi habitación.

—¿Recuerdas esto cariño?

La frustración de papá era visible. Sabía a la perfección cuando estaba molesto. Una vena se le saltaba en el cuello, fruncia el ceño al punto que se marcaban las líneas de expresión en la frente y su mirada se volvía penetrante.

Mamá lo vio con expresión angustiada.

¿Tan aberrante era aquel dibujo? ¡No era más que el dibujo de una niña de siete años, por el amor de Dios!

Intercambiaban miradas y con ello hablaban en un idioma que yo no podía entender.

—No es nada cielo. Lo guardaremos en nuestro armario mejor—dijo mamá, mientras acariciaba la espalda de papá para apaciguarlo.