Capítulo 26

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—Todavía no puedo creer que me hayas convencido de esto.

Puse cara de inocente, como de alguien que no mata una mosca.

Bueno, en realidad de todas formas no mato ni una mosca porque en primer lugar son tan rápidas que no se puede, ni que fuera el Señor Miyagi que con palillos agarraba las moscas. Y en segundo lugar porque no me gustan los insectos—aunque habían unas pocas excepciones— y al ver cuando alguien mataba uno aplastándolo con algo me resultaba repugnante.

Era por eso que si veía un insecto en mi habitación normalmente ya sea corría por el insecticida, corría a buscar a papá para que lo matara o lo dejaba existir y me iba a otro lado esperando hasta que se fuera. En ese orden específico, si no había insecticida el plan B era papá, si él no estaba o estaba ocupado ya recurría al plan C.

—¡Atención caballeros! —llamó el comandante a los demás.

No me había percatado hasta ese momento de que no había mujeres en la guardia de la provincia de hielo. Me pregunto cual será la razón, porque en el palacio de la naturaleza sí recuerdo haber visto.

Todos los guardias se alinearon en varias filas y esperaron atentos a lo que tenía que decir su capitán.

—Tendremos cuatro nuevos reclutas. Espero que los ayuden en lo que puedan y se comporten bien con ellos, aún son menores.

Se había armado un gran problema cuando ellos vinieron, al principio el príncipe vio a los dos ciudadanos de fuego como una amenaza, pero conforme pasaron más tiempo juntos—le expliqué su situación y sugerí que pasara al menos un día con ellos y que si no lo convencía que hasta entonces decidiera si aceptarlos o no— se dio cuenta de que no eran chicos malos. Es más, hasta me pareció ver que se llevaba bastante bien con Jay.

Los había traído al palacio de hielo porque dos de ellos eran ciudadanos de allí y porque no se me ocurría otro lugar, en realidad. Además de que, sin importar lo que otros dijeran, yo sabía que podía contar con el chico. Sabía que por dentro tenía un corazón amable y compasivo y que comprendería que únicamente quería ayudarlos.

No digo que fuera fácil convencerlo, se mantenía firme en no dejar entrar a más personas de las que ya conocía al palacio y entendía su preocupación. Ya habían intentado asesinarlo una vez y sin que se enterara de que ese misterioso intruso había pasado las barreras del castillo. Pero tras bastante meditación e insistencia mía cedió y aceptó que los chicos estuvieran entre sus filas, aunque no todos fueran ciudadanos de hielo. Decidió que sería mejor ocultar ese hecho a los demás, no fuera que atentaran contra ellos.

Al menos así tendrían un lugar donde dormir y comida y no tendrían que preocuparse por eso, aquí dentro estaría todo lo que necesitaran.

Sentía una calidez en el pecho, una sensación de alegría de haber hecho algo por ellos.

—Muy bien, eso es todo, a entrenar—gritó el comandante y todos regresaron a sus puestos.

Sunghoon y yo observábamos desde lejos como entrenaban.

Uno era más ágil que otro con las flechas, o con la espada, o en combate cuerpo a cuerpo, pero aún les faltaba mucho por aprender.

Me parecía buena idea que supieran técnicas de defensa personal y de ataque, porque así no serían tan vulnerables al enfrentarse a alguien en dado caso les pasara lo que nos pasó al príncipe y a mi. Aunque dudaba que sucediera, todos iban tras nosotros dos, no tenían en mente a nadie más. Era una ventaja para ellos pero una desventaja para nosotros.

—Bien, ahora es tu turno—dijo el chico a mi lado.

—¿De qué?

Me había perdido en mis pensamientos por lo que no sabía si había dicho algo antes.

ICE PRINCE [ENHYPEN - Sunghoon - FANFIC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora