Capítulo 28

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—¿Qué sucede? ¿Por qué tanto...? —dijo al abrir. Dejó la pregunta a medias cuando me vió—. Escándalo.

Solo asomó la cabeza.

—Es que no podía dormir de la curiosidad —me quejé —. Es tu culpa.

Noté que tenía el cabello mojado.

A través de la delgada franja abierta sólo se veía su rostro y parte de su hombro desnudo.

De inmediato me aparte y volteé la vista hacia otro lado.

Seguro acababa de bañarse.

Aparentemente se percató de aquello ya que cuando regresé la vista hacia él, una toalla cubría sus hombros.

—Espera aquí afuera—dijo apresurado y cerró la puerta.

Asentí y me alejé de la vista de los guardias.

Cuando estuve lo suficientemente lejos cubrí mi cara sonrojada de la vergüenza con las manos.

Tardaría en borrar aquello de mi cabeza.

—Mejor me hubiera quedado con la intriga aunque no hubiera podido pegar un ojo en toda la noche—susurré para mi misma.

Me volteé hacia la pared y me di varios golpes en la cabeza.

—Tenía, que, venir, justo, ahora—decía con una pausa tras cada palabra seguida de un golpe.

—Señorita—llamó uno de los guardias y regresé como si nada hubiera pasado.

—Puede entrar.

—A-ah, claro, gracias.

—¿Tanto querías saberlo?—me preguntó cuando puse un pie dentro.

—¿Qué te diré? Soy curiosa de nacimiento—me encogí de hombros y me fui a sentar junto a él.

Aún tenía el cabello mojado.

Quizá fuera que aún estaba dándome cuenta de qué sucedía conmigo, pero mis pensamientos inconscientemente se enfocaban en que, con el cabello así, se veía más atractivo.

No podía dejar que eso nublara mi razón.

—¿No vas a secarlo? —señalé.

—¿Para qué? De todas formas con el tiempo se va a secar—respondió.

Tenía que intervenir entonces.

Negué con la cabeza.

Me acerqué, le quité la toalla que tenía sobre los hombros y comencé a secarle el cabello.

—Entonces, ¿qué? ¿Para qué respiramos si de todas formas un día vamos a morir? —negué de nuevo—. Mamá siempre me regañaba cuando me dejaba el cabello mojado. No puedes dejarlo solo así, puedes atrapar un resfriado o alguna otra enfermedad. ¿Quieres que te de sinusitis? ¿O gripe? No, seguro que no, ¿quién querría que le diera...? —yo misma interrumpí mi reprensión al darme cuenta de cuán cerca me encontraba.

Su mirada estaba fija en mí, expectante, con curiosidad.

Entonces entré en pánico, no medí mi fuerza y por tratar de quitarle la toalla de la cabeza cayó de espaldas sobre la cama.

Hice el amago de ayudarlo a sentarse de nuevo pero si lo hacía solo empeoraría las cosas.

Me sentía mal pero no podía controlarme.

Tontas hormonas.

Si me decían que hiciera una obra de arte realista, con una cantidad razonable de tiempo, podía hacerlo. Si me daban a resolver un problema de matemática o incluso de física podía averiguar como encontrar la respuesta. Si me ponían a dar un discurso en inglés podía practicar y hacerlo.

ICE PRINCE [ENHYPEN - Sunghoon - FANFIC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora