Capítulo 10

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Y aquí vamos de nuevo para afuera.

Esta vez no logré ni siquiera hablar con el príncipe, no pasé de las enormes puertas dobles que daban a la sala del trono.

Tal parece que había guardias que sí estaban del lado del chico y le eran fieles.

Los dos guardias que me habían ayudado a entrar me vieron con pena cuando pasé frente a ellos. Les había fallado.

Aunque no me rendiría tan fácil.

Esta vez de nuevo salí al bosque, ahora ya conociendo mejor el camino, y me subí a uno de los árboles a esperar a que el príncipe llegara. Tal vez si lo tomaba desprevenido podía hacerlo cambiar de opinión. Pero, como si hubiera presentido que estaría esperándolo, no llegó.

Volví a la posada a eso de las dos de la madrugada más o menos, cuando mis párpados ya no podían aguantar el peso del sueño. Estuve esperándolo por mucho tiempo y muy ingrato ni se presentó.

¿Y los ladrones de ayer? Bueno, me hubiera gustado poder hacer algo, pero ni sus luces. Tampoco los vi merodeando por el pueblo. Puede que no haya visto con detenimiento sus rostros, de todos modos de nada hubiera servido ya que llevaban capuchas, pero había logrado identificar un par de características, uno de ellos cojeaba y otro era pelirrojo. Con que encontrara a dos chicos con aquella misma descripción bastaba.

Ya habría tiempo para impartir justicia. Además, también debía tomar mis precauciones. Sabía taekwondo, pero ¿que tal si uno de ellos portaba algún cuchillo u otra arma?

En fin. Así que ahora me encontraba de nuevo de camino al castillo del príncipe. Había dicho que trataría de razonar con él hasta el tercer intento. Si nada de eso funcionaba, tomaría otras medidas para disuadirlo de atacar al pueblo.

Con los nudillos toqué con aquel ritmo clave que me había enseñado el cocinero. Antes de que me expulsaran ayer, había logrado charlar con él un poco y ahí fue donde me dijo que le avisaría al guardia de turno que dejara entrar a cualquiera que realizara el toquido secreto porque se trataba de una aprendiz que le ayudaría con la compra de los ingredientes para la comida del príncipe. Así que para hacerlo más creíble, me dio unas monedas y una lista de cosas que debía comprar y llevarlas.

Bueno, al menos aquello cumpliría dos funciones: la de que me dejara entrar y la de ayudar con las compras al cocinero, que ahora que me tocaba que hacerlo a mi, comprendía que no era nada sencillo hacerlo por su cuenta. El tipo era tan quisquilloso con lo que comía que el pobre señor Lee tenía que ingeniárselas para cocinar platillos nutritivos y deliciosos. De verdad que ese chico tenía una gran suerte de tenerlo a él como cocinero. Cualquier otra persona hubiera sido no se molestaría en velar incluso porque él obtuviera los nutrientes que su cuerpo necesita para estar saludable.

Al escuchar el toquido abrieron la puerta de inmediato. Yo me había puesto la capucha porque cabía la posibilidad de que fuera algún guardia que me reconociera.

Hice una leve reverencia antes de seguir mi camino hasta la cocina.

—¡Ji-won-ah! —exclamó el señor Lee la verme.

—Le traje lo que me solicitó.

—Te agradezco mucho. Perdona por haberte molestado con eso.

—Ah no, no se preocupe, de todas formas debía venir a acá así que no me molesta en absoluto haber sido de ayuda.

Le entregué la cesta con los ingredientes y me despedí del señor Lee.

—Espera, ¿has comido algo antes de venir?—preguntó preocupado.

ICE PRINCE [ENHYPEN - Sunghoon - FANFIC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora