LAS CATACUMBAS

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Eran las seis y media cuando Samael salió de su habitación, caminó despacio hasta la de sus padres y abrió la puerta. Su padre dormía boca arriba y su madre le daba la espalda. Él cerró la puerta tras su espalda y caminó con lentitud hasta el lado de su madre. Ella dormía profundamente y Samael levantó las sábanas, metiendo su cuerpo en ellas. Lucy entreabrió los ojos y miró a Samael, ella se movió, haciéndole más espacio.

--mamá.

El corazón de Lucy latió desbocado cuando él la llamó mamá, había soñado tanto que esa palabra saliera de la boca de su hijo.

--lo he estado pensando demasiado y estoy dispuesto hacerlo. Quiero sacar esa parte que me une a ti, quiero quedarme aquí, contigo.

Lucy le acarició el cabello y él sonrió, siempre había soñado con estar así, su madre en casa, acariciando su cabello mientras hablan.

--¿estás seguro?

--completamente, no quiero regresar a la tierra si no es con ustedes. Se que tú no te puedes ir y sé que papá no se irá sin ti, y yo no me iré sin ustedes. Quiero quedarme aquí, contigo.

--¿reinaras a mi lado?

--lo haré.

Lucy le besó la frente y lo abrazó, a lo cual Samael también lo hizo. Tyler a su lado sonrió, así era como las cosas siempre debieron ser, que ambos reinaran, apoyándose mutuamente. Lucy despertó unas horas después, Samael estaba en frente de ella, tenía los ojos cerrados y su respiración era pesada. El brazo de Tyler la rodeaba y sentía su respiración en su nuca. Ella se dio la vuelta y miró a Tyler. Lucy le acarició la mejilla y él abrió los ojos.

--las cosas mejoran.

--lo sé.

Ella se acurrucó en su pecho y Tyler le besó la cabeza. Samael despertó solo en la cama y se levantó con pereza, suponía que era tarde y decidió bajar. Los buscó a todos, pero el castillo parecía estar completamente vacío. Fue al único lugar que le parecía asombroso de todo el castillo; al trono de su madre. Ella estaba sentada y todos los demonios la miraban con interés. Lucy sonrió cuando él entró.

--oh, que bueno que has llegado, te estábamos esperando.

Samael caminó con lentitud y se sentó a un lado de su padre, no sabía que tramaban, pero estaba deseoso por saberlo.

--bien, ahora dinos que pasa.

Dice Belcebú. Lucy sonrió arrogantemente, el tener la solución al problema que los ha seguido por años la hacía sentir más inalcanzable de lo que ya lo era.

--encontré una solución.

--jum, ¿cuál? -preguntó Amon.

--¿recuerdan la Daga de Laton?

--sí, por supuesto. -dice Belfegor.

--pues Malak me dijo el paradero e iremos por ella.

Belcebú asintió un poco perdido, ¿para qué esa daga era útil? Sabía que era de ella, pero hacia siglos que la había perdido y nunca había mostrado interés por volver a obtenerla.

--¿y eso para qué nos sirve?

--pues pienso hacerla en contra del Dios De La Destrucción.

--oh, es una idea genial, pero para eso necesitas a una persona igual de poderosa que tú. -dice Belfegor.

--la tengo.

Lucy extendió la mano y Samael se puso de pie. Él le tomó la mano y Lucy le acarició la mejilla, Samael sonrió y miró a los demás.

SamaelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora