EL REGRESO PARTE 2

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Lucy saltó en frente de su hijo y dejó a la vista sus alas, si algo más intentaba cruzar, ella lo protegería. Samael soltó un gemido de dolor y miró su brazo, solo era un corte. Tyler lo tomó en sus brazos y lo llevó lejos, se sentó en uno de los rincones de la sala y revisó su brazo.

--¿estás bien?

--papá, ¿qué está ocurriendo?

Samael levantó la mirada y el aire le faltó cuando miró esas enormes alas negras pegadas a la espalda de su madre, ¿acaso estaba soñando? Lucy sonrió con cinismo cuando el señor de las tres D salió de las sombras, ella se cruzó de brazos y resopló.

--¿en serio? ¿atacar a mi hijo cuando estoy distarida? Eso es caer bajo, incluso hasta para ti.

--¿caer bajo? Si que eres cínica.

Lucy puso una de sus manos en su pecho y fingió estar herida, para después sonreír egocentricamente. El señor de las tres D bufó, la odiaba.

--me engañaste de una forma horrible, pero te has metido con el Dios equivocado, Lucifer.

Samael entreabrió la boca cuando escuchó como su madre era llamada. Estaba totalmente confundido y su cabeza pedía explicaciones.

--bájale a tus humos, no eres un Dios, solo te dimos ese nombre porque no se nos ocurrió uno mejor.

Mintió, lo cierto era que él era tan Dios como ella, pero no aceptaría que la viera débil y asustada. Él sonrió, Lucifer era una tonta.

--eres una estúpida.

--puede ser, pero al menos yo tengo un trono.

Él puso una mueca de desagrado y la tomó del cuello, ella gimió por el repentino agarre y le dio un fuerte golpe en ma cara con una de sus manos. Él la soltó y ella se sobó el cuello.

--¿qué fetiche tienes con los cuellos? ¿eh? Una vez te lo permito, pero dos, ya no, no seas abusivo.

Él sonrió de lado y buscó con la mirada a su hijo, su punto débil, el chico estaba en una esquina con su padre, cubriendo con una de sus manos su herida.

--te has hecho demasiado blanda.

Ella frunció el ceño y comenzó a mover su pie con desesperación, que dijera lo que tenía que decir.

--has dejado tu punto más débil a la vista.

Él abrió la palma de su mano y la bruma negra salió de esta, formando con ella una lanza. Él la lanzó y Lucy se adelantó, poniéndose en medio de la lanza y de los dos hombres que más amaba. Sus alas se expandieron y los cubrió, pero la lanza, se encajó cerca del nacimiento de una de sus alas. Ella gritó y el señor de las tres D la tomó del tobillo, arrastrándola lejos de ellos. Los ojos de Samael se llenaron de lágrimas, un camino de sangre desde sus pies hasta el cuerpo de su madre.

--¿en serio? ¿prefieres perder tus alas que dejar que mate a tu engrendo? Que patético.

Él se puso de rodillas, teniendo el cuerpo de Lucy entre sus piernas, tomó el ala herida cerca del nacimiento de esta, arriba de la herida que su lanza hizo y la estiró, con intención de cortarla. Lucy gritó y su sangre salió a montones. Las lágrimas salieron de los ojos de Samael y se tapó los oidos, su corazón latía con fuerza y estaba aterrorizado. Buscó el cuerpo de su padre, pero no lo encontró. Tyler tomó su bate y caminó con seguridad, soltó el golpe, dándole en la cabeza al señor de las tres D, tirándolo del cuerpo de Lucy. Él se acercó a ella y se puso de rodillas.

--¡Lucy! ¿¡estás bien!?

--¡váyanse, Tyler! ¡huyan!

Tyler negó, no se iría otra vez, no la dejaría sola. Él se puso de pie y buscó con la mirada al señor de las tres D, pero su cuerpo ya no estaba. Él se dio la vuelta y el señor de las tres D, lo tomó del cuello, tirándolo al suelo, estrangulándolo. Lucy miró a Samael, el niño lloraba y mantenía sus manos en sus oídos, trataba de protegerse con sus piernas pegadas a su pecho. Él estaba asustado. Lucy susurró unas cuantas palabras en latín y un portal se abrió. Los cuatro demonios y tres arcángeles entraron, y Lucy dejó caer su cabeza al suelo. Asmodeo se acercó al señor de las tres D y le dio una patada en la cara, alejándolo de Tyler. Tyler tosió fuertemente, mientras Belfegor y Amon acorralaban al señor de las tres D. Belcebú se acercó a Lucy y puso una mueca de desagrado al ver la herida de Lucy.

--esto es una mierda, señores, está muy lastimada.

Samael bajó las manos de sus oídos con lentitud al ver a todos esos hombres desconocidos. Se mareó cuando un hombre con enormes alas blancas se acercó al cuerpo de su madre.

--sí la tratamos con tiempo podremos salvarla.

Miguel suspiró, la herida era grande y tardaría en curarse, pero era mejor un poco de dolor que perderla.

--busquen al niño.

Samael respiró agitado y se arrinconó más en el rincón, ¿qué tal y si esos hombres querían lastimarlo también? Sollozó cuando uno de ellos se acercó.

--lo encontré.

Rafael sonrió, él parecía estar bien, pero sus sonrisa se desvaneció cuando miró sangre en uno de sus brazos. Alargó su mano para revisarlo, pero Samael se retiró.

--tranquilo, no te haré daño, soy Rafael y soy hermano de  tu madre. Soy un arcángel.

Todo le dio vueltas, sintió que quería vomitar, escuchaba una voz diciendo que el sujeto se había escapado, pero no puso demasiada atención, porque todo se comenzó a escuchar demasiado lejos, tan lejos que todo se puso negro a su alrededor.

SamaelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora