NUEVO HOGAR

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Samael abrió lentamente los ojos y frunció un poco el ceño cuando desconoció por completo la habitación, se sentó en la cama con lentitud y tocó su brazo lastimado. Estaba vendado, así que supuso que estaba bien. Miró a su alrededor, la habitación era grande y estaba cubierto con sábanas de seda, ¿dónde estaba? Los recuerdos de anoche estaban muy vivos en su cabeza y comenzaba a dudar que todo lo vivido hubiera sido tan solo un sueño. Salió de cama y se dirigió al pequeño balcón que tenía la habitación, la puerta estaba abierta y la cortina de seda se movía con el viento. Él se asomó, con la intención de reconocer algo y saber donde estaba, pero su alma cayó a sus pies cuando miró afuera; el lugar parecía estar en ruinas, el cielo era de un color rojizo, al igual que el mar que se miraba a la distancia. Dejó caer la cortina y suspiró atando cabos.

Anoche el tipo que quiso asesinarlos  había llamado Lucifer a su mamá, y si todo había sido real, eso quería decir que estaba en el... ¿infierno? Frunció el ceño y regresó a la cama, estaba demasiado confundido. La puerta de la habitación se abrió y él levantó la mirada, era su madre. Ella entró y se acercó a la cama, dejando ropa en ella. Samael pasó saliva al ver su brazo sostenido por una especie de cabestrillo. Le tembló el labio al recordar como el señor ese casi la asesina. Lucy miró a su hijo al notar su mirada en ella, más bien, en su brazo. Ella suspiró y se sentó cerca de él, él la miró a los ojos y Lucy le acarició la mejilla.

--¿cómo estás?

Samael no contestó, no tenía ni idea de que decir, tenía la cabeza hecha un caos y había cosas que aún no tenía claras.

--anoche sucedió algo que realmente no debió de suceder, tardé demasiado y él los encontró, lo siento.

Samael bajó un poco la mirada, notando manchas moradas en el cuello de su madre. Pronto recordó como el sujeto la había tomado del cuello con brusquedad. Sin pensarlo, acercó su mano y pasó sus dedos por uno de los hematomas de ella, para después alejar su mano rápidamente. Lucy se llevó la mano al cuello.

--no te preocupes, ya  estaban ahí desde hace días, no es la primera vez que ese idiota me toma por el cuello, he llegado a pensar que es un poco fetichista.

Samael suspiró y Lucy se puso de pie, puso en mechón de cabello tras su oreja y acomodó las puntas de su blusa.

--vístete y baja para que comas algo, debes estar hambriento.

Ella sonrió sin mostrar los dientes. Samael se acercó a la ropa y tomó la camisa negra. Lucy se dio la vuelta y abrió la puerta. Samael la miró por última vez y se decidió a hablar.

--¿dónde estamos?

Lucy soltó el pomo de la puerta y se dio la vuelta, se lo diría sin rodeos, total, había visto cosas que no se suponía que tenía que ver.

--en el infierno.

Samael miró la camisa en sus manos, ya no estaba en la tierra. Él se sacó la playera con la que solía dormir y comenzó a desabotonar la camisa. Lucy se dio la vuelta y salió de la habitación, no se sentía orgullosa de lo que había hecho, su intención nunca fue despojar a su hijo de la vida que ya tenía hecha. Samael bajó las escaleras y miró a su alrededor, todo era demasiado elegante y estaba sorprendentemente limpio. Caminó hacia donde olía a comida y entró al comedor. Sus padres estaban en la mesa, su madre al frente y su padre a un lado. Lucy levantó la mirada y le hizo una seña para que se sentara a su lado. Él caminó con lentitud y se sentó donde su madre le indicó. En la mesa había demasiada comida y todo se veía delicioso, no iba a mentir, se le  hizo agua la boca.

--toma lo que quieras, sin restricción, no te preocuoes, nadie te dirá que eres gula.

Samael tomó lo que quiso y comenzó a comer, se sentía raro, normalmente en casa siempre estaban él y su padre, solos. Lucy bebió un poco de agua y miró el reloj de su muñeca.

SamaelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora