LUCIFER

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Había llegado molesta del paraíso, por más que había tratado miles de veces de convencer a su padre de acabar con el tipo de las tres D, no había logrado absolutamente nada. Pasó sus manos por su cabello y caminó de un lado a otro, la poca cordura que aún le quedaba estaba comenzando a escasearse, habían pasado siete años en el infierno y casi quince años mundanos desde que el Dios De La Destrucción había despertado. No sabía cómo o quien lo había despertado y se encontraba exactamente como al principio; en ceros. Le había prometido a Tyler que regresaría pronto con ellos, pero, simplemente los había decepcionado. La puerta de su habitación se abrió con brusquedad y Belcebú entró, estaba agitado y despeinado, raro en él.

--¿qué sucede?

--todo, Lucifer, todo.

Belcebú se dio la vuelta y desapareció en el pasillo. Ella bajó y miró al señor de las tres D con cara de pocos amigos. Ella puso los ojos en blanco, no estaba de humor para él, no ese día.

--¿qué estás haciendo aquí? La última vez que estuviste aquí te dejé bien en claro que no te quiero aquí.

El Dios De La Destrucción sonrió sin una pizca de diversión y Lucy frunció levemente el ceño, miró a Belcebú y este solo negó.

--me he dado cuenta, Lucifer. Se lo que has estado haciendo todos estos años.

Ella no dijo nada, solo se quedó quieta donde estaba, no hablaría hasta que tuviera bien en claro que era lo que él creía haber descubierto.

--sé que has estado discutiendo con el creador por mi causa.

--no te ofendas, pero tengo asuntos más importantes que tratar.

--no me mientas, se que has hablado mucho de mí.

--claro, ya te lo dije siete años atrás, no deberías estar despierto, estoy tratando de averiguar quién te despertó.

Él negó y Lucy se cruzó de brazos, sabía que él no era tonto, podría ser lento, pero no tenía ni un pelo de tonto y empezaba a temer por su mayor secreto.

--se lo que hiciste.

Dice y da pequeños pasos al rededor de la sala, como si estuviera contándolos. Lucy mira una vez más a Belcebú y mira al frente. Él mira un pequeño adorno que está en la pequeña mesa de cristal que adorna la sala, para después tomarla de las puntas y lanzarla lejos, quebrándola en mil pedazos. Después se acerca a ella y la toma del cuello fuertemente, alejando sus pies del suelo. Ella pone sus manos en las manos de él y las aprienta. Belcebú actúa rápido y lanza un pequeño hechizo, haciendo que él la suelte y se aleje, tosiendo un poco. Lucy cae al suelo y pone sus manos en su cuello, Belcebú la cubre y pone sus manos al ataque.

--te estás pasando de listo, no tengo que recordarte que eres un ser para nada deseado. 

Él deja de toser y toma su estatura normal, la garganta le picaba y los ojos le ardían. Lucy se pone de pie y lo mira sin ninguna expresión.

--¿¡en serio creíste qué no me iba a dar cuenta!? Se de la existencia de tu bastardo, Lucifer.

Él hace sus manos puños y se acerca nuevamente, recibiendo un empujón de Belcebú, él podría parecer el más débil, pero poseía inteligencia y agilidad, y eso, lo hacía peligroso.

--nadie me quitará el trono, absolutamente nadie.

--no hay nada que quitarte, nunca te perteneció.

Él apretó loa dientes con fuerza ante las palabras de ella, si Lucifer no le quería dar el trono por las buenas, lo haría por las malas.

--lo buscaré, Lucifer y lo asesinaré, no te servirá de nada todo el tiempo que lo ocultaste de mi.

--no puedes venir aquí y amenazar a Lucifer, maldito bastardo, a partir de hoy eres explusado del infierno, no me importa a donde vayas, no asomarás tu asqueroso trasero por aquí nunca más.

Belcebú dijo algunas palabras más y movió los dedos, lanzándole un hechizo que puso una pequeña marca en su cuello, marcándolo como un explusado oficial.

--lárgate.

Belcebú lo tomó de los hombros y lo sacó del castillo oscuro. Lucy volvió a poner una de sus manos en su cuello, no podía pensar con claridad, todo estaba descubierto y ahora la vida de su hijo corría peligro. Belcebú volvió segundos después y miró a Lucy.

--listo.

--no sirve de nada explusarlo, la vida de mi hijo sigue en peligro.

--lo sé, ahora podrás ir por él, aquí estará a salvo, ese bastardo ya no puede entrar.

Lucy puso toda su atención en él y, bajó la mano de su cuello. Belcebú sonrió con arrogancia, él nunca se había olvidado del pequeño hijo de Lucifer.

--Belcebú, eres un puto genio.

Él asintió y Lucy sonrió, tenían que arreglar todo para la llegada de su rey y su primogénito.

SamaelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora