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ALEK

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ALEK

Si pudiera devolver el tiempo y cambiar las cosas lo haría...

Trataría de enmendar mis errores, trataría de no dañar a personas inocentes con mis actos y sanar sus heridas.

Pero no puedo hacerlo, aunque tenga el máximo poder en mis manos sé que no podré cambiar ese pasado...

Me detengo en el enorme escritorio de roble que adorna mi oficina, poco a poco empiezo a desabrochar los botones de mi camiseta sucia por la sangre salpicada del hombre que hace tan solo unas horas asesine. Dejo la camisa blanca en el cabezal de una de las sillas, camino unos cuantos pasos hasta que mi cuerpo encuentra el pequeño estante en el que guardo mis bebidas.

- Alek, ¿me necesitabas? – pregunta Akin entrando de repente a la habitación y sin anunciarse. Típico en él. Quizás se lo estuviera reprochado a cualquier otro de los hombres que trabajan para mí en la mansión, pero él ha sido mi mentor todos estos, años ha sido como un padre para mí y la persona en quien más confío -. ¿De nuevo bebido? – levanta una ceja.

- ¿Qué noticias nuevas me traes? – le pregunto mientras me siento en la silla giratoria de mi escritorio. Rebusco un cigarrillo en mis bolsillos, para luego encenderlo y meterlo a mi boca.

- Ninguna nueva que no sepas – alega mientras se sienta en una de las sillas y toma la camisa ensangrentada-. Si escuchas mis consejos de vez en cuando te ahorrarías más de un problema – lanza la camisa hasta mí y la tomo en el aire.

Esbozo una sonrisa.

- Sabes que no me va el quedarme quieto en un solo lugar – suelto el humo del cigarro y sirvo un vaso de brandy-. ¿Me acompañas? – deslizo el vaso hasta él.

Akin lo toma de en sus manos y niega con su cabeza.

- Te dije que irte solo a San Petersburgo no era una buena idea – su tono de voz demuestra que esta cabreado por mi decisión de no decírselo-. Si no fuera por Matteo no sabría donde encontraría tu cadáver en caso de que te mataran.

- Relájate y tomate el brandy – me suelto a reír por sus contantes regaños hacia mí. Sé que he sido un inconsciente al irme de esa forma a San Petersburgo pero esos tipos no se iban a adueñar de mi mercancía.

- Un día te van a matar y no voy a enterrarte en esta casa al igual que lo hice con tu difunto padre – me señala con el dedo-. Eres un demente Alek.

- Un demente que no ha dejado que me roben ni se adueñen de mi mercancía, ¿sabes el dinero que invertí en esas embarcaciones?, me costó dos años mantenerme a flote sin ser visto por la policía, no iba a dejar que esos niñatos arruinaran lo que tanto esfuerzo me costo.

Akin tomo un fuerte suspiro y luego bebe del vaso de brandy hasta el fondo.

- Cambiemos de tema, ir en contra de los consejos de todos ya es algo que viene contigo – lo dice más como una queja que como un regaño-. Dime, ¿Por qué has comprado a esa chica de la subasta?

El Imperio del MafiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora