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ALEK

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ALEK

Me levanto de la cama dejando a Matilde envuelta sobre las sábanas, la observo dormir junto a Aspen.

Suspiro.

Si en mis manos estuviera el quedarme al lado de ellos lo harían sin rechistar, pero soy el responsable de la presencia de Henderson en nuestras vidas, yo mismo lo provoque, para ser un poco más exacto desde el momento en que escogí a Matilde en esa subasta.

Haré lo que sea con tal de que deje de ser una pesadilla para ambos, porque no pienso dejar que nadie me aleje de nuevo del lado de Matilde. 

Yo mismo lo haré pagar por eso.

Aspen empieza moverse inquieto en la cama, se ha despertado y conozco lo que viene después.

Querrá que su madre lo calme en sus brazos, pero no quiero despertarla.

Antes de  que empiece a llorar lo tomo en mis brazos para darle de comer de su biberon.

Él es tan pequeño que apenas cabe en mis brazos. Acaricio su rostro con ternura, sigo sin creer que hace una semana llego al mundo.

- Recuerda algo, eres lo más perfecto de los dos, eres lo más importante para tus padres - deposito un suave beso en la cabeza de mi hijo.

No puedo creer lo hermoso que hemos logrado Matilde y yo, ver a Aspen a los ojos me cambio por completo, en el mismo instante en que nació se convirtió en una de las razones por las cual seguir en este mundo.

No se nada acerca de como ser un padre, pero estoy intentándolo. Matilde es una buena madre para él, no quiero que ella se defraude de mí.

Las lagrimas descienden de mis ojos. Matilde haría lo que fuera por nuestro hijo, ella sería el tipo de mujer que tomaría sus cosas para irse a la primera señal de peligro sin importar que yo no este junto a  ella.

La amo, pero no se si ella me ame lo suficiente como para esperarme.

- ¿Alek? - escucho la voz de Akin seguido de la puerta abrirse.

- No hagas ruido - dejo a Aspen sobre la cuna cuando se ha vuelto a dormir.

Camino hacia la puerta no sin antes darle un último vistazo a mi familia.

- Tendré que arreglar algunas cosas primero y después subiré al avión - cierro  la puerta de  la habitación a mis espaldas mientras Akin me sigue.

- Ni esa criatura indefensa ha logrado que te quedes - aprieta el puente de su nariz-. Le vas a hacer daño a Matilde.

- Me he despedido de ella - suspiro-. Me ha confesado  que me ama - lo digo orgulloso.

- Por supuesto que te ama, eres el padre de su hijo y su marido, te tiene solamente a ti como apoyo.

-  Te tiene también a ti Akin, eres como un padre para ella.

El Imperio del MafiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora