Epilogo

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MATILDE

Visualice mi imagen en el espejo de la peinadora, sonreí mientras pasaba el peine por mis cabellos castaños, aplique un poco de crema para el cuerpo por mis manos, tome en mis manos el vestido azul celeste que tenía encima de una de las sillas. Tuve algunos problemas con subir el cierre, había ganado un poco de peso en unas cuantas semanas, pero finalmente pude subirlo por completo.

Estaba algo emocionada y nerviosa porque era el día de mis cumpleaños, aunque Alek había abandonado muy temprano la cama por la mañana y ahora desconociera el sitio de la casa en el que se encontrara. Di un último retoque a mi maquillaje usando un lápiz labial rosa nude y me encamine hasta la entrada de la puerta de nuestra habitación, atravesé el pasillo hasta llegar a la habitación de aspen, le di un pequeño vistazo y sonreí al ver que aun dormía profundamente en su cama.

Cerré la puerta de la habitación y choque de espaldas con la figura de Leonora el ama de llaves de la mansión.

- Buenos días condesa, ¿desea algo especial para el desayuno?

Condesa. Intentaba acostumbrarme a ese nuevo apodo desde hace dos años, pero por más que lo intentase no lograba creérmelo.

- Buenos días, creo que tomare el desayuno en el comedor con mi esposo.

- No he visto al conde en toda la mañana señora.

- Ben, entonces te avisare cunado desee desayunar, he tomado un poco de leche con fresas hace un momento.

- Como guste señora.

Leonora desaparece de mi campo de visión mientras bajo los escalones rumbo a la entrada del jardín, camino unos cuantos pasos hasta donde de encuentran las bancas y escucho un maullido.

- ¿Akin? – pregunto cuando lo veo salir de entre los arbustos con un gato en sus manos de color blanco con pintas amarillas.

- Buen día hija, parece que se ha metido a buscar refugio – señala al felino en sus brazos-. Creo que está embarazada.

- Pobrecilla. ¿Crees que este herida?

- No lo creo, quizás busque a donde dar a luz. Le he dado un poco de alimento, pero buscaré un mejor lugar para ella.

- Espera Akin dámela, me encargaré de ella – extiendo mis manos para tomar la gata en mis brazos.

- ¿Estas segura?

- Sí, me encargaré de ella, no te preocupes.

- De aucerfo hija, me imagine que tenías debilidad por este tipo de cosas, la verdad no se me da... - Akin soltó un enorme estornudo en ese momento-. No se me da el pelo del gato, me da alergia.

Solté una risa con aquello, ya que la nariz de Akin se había vuelto de un color rojo.

- Vete Akin, me encargaré de ella – tome su nariz roja en mis manos-. O de lo contrario parecerás Rodolfo.

Akin puso la gata en mis brazos y antes de marcharse a los adentros de la mansión me ofreció un enorme abrazo.

- Feliz cumpleaños, no creas que lo había olvidado – susurro dándome un beso en la mejilla.

- Gracias abuelito.

- Mi regalo está arriba.

- No debiste molestarte en comprarme uno.

- Solo tengo a una hija, ¿cómo crees que debería dejar pasar la oportunidad?

- Te quejas de Alek pero tú tampoco me escuchas.

El Imperio del MafiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora