MATILDE
La habitación en la que me encuentro es muy distinta a la anterior. Creo que está lejos de ser el oscuro agujero en el pase mis noches esta semana.
— El jefe me ha ordenado encargarme de ti personalmente — Matteo. O al menos ese era el nombre que había escuchado de su parte, me estaba ahora diciendo la razón por la que había sido cambiada de habitación-. No ocasiones problemas y todo estará bien.
— Espera — lo detuve de la manga de su camisa antes de que se marchara—. ¿Qué es lo que quiere tu jefe de mí?
— No debo darte explicaciones de lo que haga el señor Alek, si él da una orden debe cumplirse.
Matteo abandonó la habitación sin mencionar ninguna otra palabra. Me sentía confundida y sin saber que esperar de mi estadía en esa casa. Realmente estaba preocupada del rumbo que tomaría mi vida de ahora en adelante.
Fije mi vista entonces en una pequeña maleta con ropa que Matteo había dejado minutos antes sobre la cama para que pudiera cambiarme.
« No importa lo que suceda Matilde, tienes que irte de aquí, tienes que irte» me dije así misma creyendo que sería algo sencillo.
No demore mucho en el amplio baño de aquella habitación para cambiarme de ropa, una camiseta blanca junto a un pantalón suelto de color azul celeste eran suficientes para sentirme cómoda. El baño me había ayudado a despejar no sólo mi mente también a limpiar mi rostro cubierto de suciedad.
En el sitio que estaba antes de esa casa no nos permitían bañar con frecuencia.
La habitación contaba con un enorme espejo pegado a la peinadora, me daba miedo ver mi cara reflejado en el. Me daba miedo sentir que un día me rendiría de ser aquella mujer frágil.
Sentía miedo de romperme.
Mis lágrimas cayeron por mis mejillas de nuevo mientras desarrendaba mis cabellos castaños. Me dolía estar lejos de mi casa en Sorrento.
¿Mi padre acaso me estaba buscando? ¿Habría sufrido con mi repentina desaparición? o ¿acaso me habría olvidado como el resto de personas lo hicieron?
Dejo a un lado el peine y limpio mis lágrimas de nuevo con mis muñecas. La puerta se abre y escucho unos pasos resonar sobre el suelo de madera hasta acercarse a mí.
— ¿Cómo te sientes? — pregunta aquella voz en acento italiano.
Giro mi cuerpo para encontrarme con la figura de casi un metro noventa a mi lado, su barba está un poco más larga y su traje elegante azul mediterráneo hace juego con la camisa blanca que lleva debajo.
— Mucho mejor — me limito a decir.
— Matteo se encargará de ti, si deseas algo pedicelo a él.
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El Imperio del Mafioso
RomantizmAlek Kozlov sólo buscaba un heredero para continuar con su imperio en la mafia, aquel era el único problema que le quitaba el sueño por las noches, cuando sus intentos por conseguir una mujer apta para traer al mundo a su hijo se desvanecen como el...