Tus brazos son mi refugio, y tus ojos mi cielo...
MATILDE
— ¡Alek! — grito cuando veo que se ha atravesado en medio. Catalina ha caído a un lado del suelo herida producto de un disparo.
Corro hasta el lado de Alek, se ha quedado parado sin moverse, su camisa se ha teñido de rojo por la sangre.
— ¡Akinn, Akin! —grito con desconsuelo al ver como cae al suelo gravemente herido—. Akin ven pronto...
Estoy allí esperando a que tan solo alguien venga hacia nosotros, no quería que Alek saliera lastimado, no quería que esto sucediera para los. El miedo me ha invadido por completo, la angustia de no saber qué hacer.
— Matilde hija, ¿estás bien? —mi padre se acerca hasta donde nosotros.
Asiento a su pregunta. Estoy bien, porque Alek se ha puesto en el medio recibiendo el disparo que Catalina había hecho al aire.
— Alek, dime algo por Dios —clamo en medio de la angustia.
— Estoy bien —dibuja una mueca de dolor pero veo la sangre salir borbotones de su costado.
— No, no estás bien...
Mis manos tiemblan, mi cuerpo también.
— No dejare que te mueres, ¿escuchas?, no voy a dejar que mueras —presiono la herida con mis manos, no quiero que suceda nada malo, no quiero que muera y se vaya dejándome sola.
Akin aparece en medio con los otros hombres, su mirada se cruza con la mía angustiada y a punto de derramar las lágrimas.
— Matilde, me encargare de él, va a estar bien. Pero debes quedarte en casa.
Niego con mi cabeza.
— Escucha a Akin Matilde —responde Alek. Su cara ha comenzado a palidecer, mis manos se han teñido del color rojo de la sangre.
— No quiero irme, no quiero —dijo en hipidos—. No voy dejarte solo.
— Estás embarazada, no es bueno.
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El Imperio del Mafioso
RomanceAlek Kozlov sólo buscaba un heredero para continuar con su imperio en la mafia, aquel era el único problema que le quitaba el sueño por las noches, cuando sus intentos por conseguir una mujer apta para traer al mundo a su hijo se desvanecen como el...