LA PESADILLA DE MATILDE
Caminé hasta donde se encontraba el pequeño mueble a un lado de la biblioteca, Alek leía un libro de cuento para niños mientras mantenía a Aspen encima de sus piernas. Me quede visualizando aquella imagen con ternura desde donde me encontraba.
- Se ha quedado dormido – dije en un susurro y Alek dirigió su vista hacia mí.
- ¿Hace cuánto estas ahí? – pregunto.
- No hace mucho.
Alek dejó a un lado de la mesa el libro de cuentos "Ricitos de oro y los tres osos" y caminó con un Aspen dormido entre sus brazos.
- Buena elección – dibuje una media sonrisa cuando leí el título del libro.
- Es uno de mis cuentos favoritos – contestó con una sonrisa.
Caminamos de regreso a la casa por el pequeño laberinto de arbustos, lo vi intentado buscar un momento adecuado para decirme lo que se le pasaba por la cabeza en aquel momento.
- Lo del viaje a Sorrento está arreglado – dijo sin más-. Mañana mismo viajaremos.
- ¿En serio?
- Sí – dijo no tan feliz-. ¿Te has sentido bien en estos días?
- Si me he sentido muy bien, bueno... Nos hemos sentido muy bien – pase mis manos por mi vientre ya abultado de casi seis meses.
- No estoy muy convencido de este viaje – frunció el ceño.
- Alek... - suspiré porque habíamos hablado mucho sobre el viaje para ir a visitar a mi padre en Sorrento. Quería que Aspen conociera en lugar, en dos años nunca habíamos estado cerca de mi padre, y él merecía pasar tiempo con su nieto-. Creí que estabas de acuerdo con esto.
- Sabes lo que opino al respecto Matilde – dibujo una mueca en su rostro-. No quiero exponerte a ti o al bebé a situaciones que te alteren.
- El medico ha dicho que todo va de maravilla, no seas exagerado – le rodee la cintura con los brazos-. Además iras con nosotros.
- Si iré, pero no me quedaré con ustedes, cosa con la cual tampoco estoy de acuerdo.
Mi padre y Alek no llevaban una buena relación, de hecho ninguno de los dos podía verse a la cara, mi padre siempre se ha opuesto a que siga a su lado, y nunca ha aprobado mi matrimonio con él, así que aunque lo quisiera Alek no podría quedarse en mi antigua casa en Sorrento durante nuestro viaje.
- Llevare a Aspen a su habitación – quiso evadir el tema pero sabía que aquello lo tenía de malhumor.
Lo vi desparecer después en el interior de la mansión mientras me quedaba en el jardín.
- Señora Matilde, ¡qué bueno que la encuentro! – escuché la voz de Leonora a mis espaldas-. Aquí está, su jugo de fresas.
- Fresas – sonreí tomando el vaso entre mis manos que Leonora me ofrecía-. Con Aspen tenía antojos de durazno y con mi segundo bebé mis antojos son de frutas cítricas. Gracias Leonora.
El ama de llaves se quedó observándome mientras se movía de un lado a otro inquieta.
- ¿Todo bien Leonora?
- Señora Matilde, ¿se enojaría si le pregunto algo?
- Adelante, pregunta lo que te tiene tan ansiosa.
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El Imperio del Mafioso
Roman d'amourAlek Kozlov sólo buscaba un heredero para continuar con su imperio en la mafia, aquel era el único problema que le quitaba el sueño por las noches, cuando sus intentos por conseguir una mujer apta para traer al mundo a su hijo se desvanecen como el...