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ALEK

Decidí seguir a Akin y Matilde hacia donde se dirigían, la conversación que logre escuchar mientras estaban en la cocina me convencía de que algo ocultaban, sin negar el hecho de que Matilde había dejado muy claro la noche anterior las ganas de irse.

La comprenda en parte, no podía recordarla aun por completo, pero en definitiva ella hacia parte de mi vida, las imágenes en mi cabeza se proyectaban como las partes de un rompecabezas que empezaba a tomar forma, el sueño que había tenido se sentía tan real que logro despertar sentimientos en mí que creía no tener.

Baje del auto en el que me movilizaba cuando Akin despareció de mi vista, al parecer tomarían un tren para alejarse de la ciudad, el tema de que no me tuvieran en cuenta para aquella decisión me hacía salir de mis propios cabales, no me había comportado como un buen marido y padre, pero ahora la seguridad que no rodeaba era nula, no mantenerme al tanto de las decisiones que se estaban tomando en mi propia casa ponían en riesgo a Matilde y al bebé.

Baje los escalones rumbo a la taquilla de tiquetes, meencontré a las personas consternadas hablando entre sí, pero en ninguna parte había rastro de Akin o de ella.

¿A dónde demonios habían ido?

— ¡Alek! — Escuche el grito de Akin a mis espaldas. Gire mi cuerpo para verlo llevar una de sus manos a su cabeza, su rostro estaba lleno de moretones y la sangre bajaba por su frente.

— ¿Qué demonios te sucedió? — le pregunte.

— Matilde, Aspen...

No lo deje hablar

— ¿Dónde están ellos?

— Yo..., no lo sé.

— ¿Cómo que no sabes? Estaban contigo, te seguí hasta aquí mientras intentaban ocultarme la verdad, si se trata de engañarme para llevarse al bebé...

— ¿Cómo podría invitar algo como eso? ¡Henderson se la ha llevado! —Akin parecía desesperado por la situación—. Es mi culpa, debí ser más precavido, vinimos hasta aquí y te lo ocultamos pero...

— ¿Henderson se la ha llevado? ¡¿Cómo has podido dejar que algo como esto suceda?! — lo tome del cuello de su camisa, la ira me invadía pero no podía golpear a Akin, él había estado la mayor parte del tiempo cuidando de ella.

Así que aquello sería algo injusto.

— Lo se... — se lamentaba mientras dejaba caer sus lágrimas—. Ha sido mi culpa.

Empecé a caminar de un lado a otro, debía mantener la calma en aquel instante sin dejarme en evidencia delante del resto de personas, era cuestión de tiempo para que la policía apareciera.

— Piensa un lugar al que la haya llevado —me acerque de nuevo a Akin que permeancia en shock en una de las paredes de la estación.

— Sucedió tan tapido, me quitaron al bebé, luego desperté y ninguno de ellos estaba, Henderson le hará daño, sabe cómo provocarte.

— Deja de pensar en eso y dime, ¿a dónde podría haberla llevado? —escuchar aquello me hacía helar la sangre, el cargo de conciencia era demasiado duro.

— ¡Es tu culpa también, la orillaste a esto! Si no fuese por tus malos tratos, por tu maldito orgullo Matilde se hubiera quedado.

— Sé que he sido un imbécil pero al menos estaba segura conmigo. No hubiera dejado que algo como esto sucediera.

Akin se quedó en silencio, rebusco entre sus cosas y saco de allí una carta doblada.

— Ha dejado esto para ti —la extendió en mis manos para que la tomara.

El Imperio del MafiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora