Capítulo 8

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*NARRA ALESSANDRA*

Tomo a mi pequeña de su cuna, que comienza a quejarse levemente. Han pasado dos horas, de su última toma, y ya debe de estar hambrienta. Hoy mi cachito de cielo cumple, un mes de vida y todos estamos muy felices desde que llegó. Los niños se quedan embobados, mirándola en su cuna dormir, y me ayudan mucho cuidándola. Los mayores también se quedan embelesados, cuando está entre sus brazos y hace alguna mueca.

Aunque los últimos dos días, han sido algo difíciles. Como ya era previsible, los Montesco han vuelto a la carga. Solamente tenemos en conocimiento, que andan buscando nuestra posición exacta. Y eso, me aterra completamente. Adriano ha reforzado la seguridad, no hay ningún lugar de la casa, en la que no haya un solo guardia de seguridad. Además todos los hombres, incluido Adriano, salen al amanecer. No sé qué es lo que hacen exactamente, pero por lo que escuché, creo que tratan de hacer algún trato con los Montesco.

Me siento en la cama, y me acomodo para darle su comida a mi bebé. Ella enseguida se engancha a mi pecho, y comienza a comer bajo mi atenta mirada. Cuando ella termina, cambio su pañal, y la envuelvo en una manta para bajar al salón. Allí están los niños, jugando un rato, antes de cenar. Los muchachos ya tienen que estar por llegar, así que los esperamos sentadas en el salón.

-¿Creen que pueda volver a entrenar para ayudar a los muchachos?-les pregunto a las mujeres, mientras arrullo a Allegra entre mis brazos.

-Alessandra, sé que quieres ayudarles, pero no puedes. Aún no pasó tu cuarentena, y aún así es peligroso. Allegra te necesita, nosotras podemos cuidarla, pero no es lo mismo-dice Alina, tomando asiento a mi lado.-Lo único que podemos hacer nosotras, es velar por la seguridad de los niños aquí en casa.

Asiento con la cabeza, y me quedo callada. Los niños parecen tener baterías extras, porque no dejan de corretear por todo el salón. El ruido de los coches, comienzan a escucharse, y todos salen a la entrada. Yo me quedo con Allegra, que se ha quedado completamente dormida en mis brazos. Ángelo entra al salón, y sonríe ampliamente al vernos a ambas. Deja un beso suave en mis labios, para después tomar a Allegra. Ella se reacomoda en sus brazos, y esboza una pequeña sonrisa aún dormida. Yo me levanto, y les abrazo a ambos fuertemente.

-Chicos, vamos a cenar-nos avisa Adriano, mirándonos sonriente. Asiento con la cabeza y dejamos a Allegra, en su pequeña cuna a un lado del comedor.

-¿Todo bien, amore?-me pregunta Ángelo, al oído cuando estamos sentados.

Como antes, vuelvo a asentir con la cabeza, y me limito a cenar en silencio. Doy algunas miradas rápidas, a la pequeña durmiente, pero no suelto ni un sonido. Al terminar, los sirvientes recogen todo y, Ángelo toma a nuestra pequeña para subir a nuestra habitación. Él la deja en su cuna, y la arropa dejando un beso en su frente.

-Cuéntame, ¿qué pasa?-dice él, sentándose en el borde de la cama.

-No pasa nada-contesto, y me mantengo moviéndome por la habitación, mientras tomo mi pijama para darme una ducha.

-Te conozco perfectamente amore, sé que te pasa algo. Somos una pareja, puedes confiar en mí.

-Es que no pasa nada, de verdad.

-Alessandra, para un momento-toma mis manos, haciendo que pare, y eleva mi barbilla para que le mire.-¿Qué es lo que te tiene así?

-Estoy preocupada, los Montesco no se cansan de dar guerra. Quiero volver a entrenar, para ayudaros-él se echa a reír, y yo le miro con el ceño fruncido.

-Es broma, ¿no?-ahora él frunce el ceño, mientras me mira como si hubiera creado un bicho nuevo.

-No Ángelo, no es broma. En esta casa, hay cuatro niños y un bebé. Si no acabamos con ellos cuanto antes, van a acabar con todos nosotros. Y no quiero que le hagan daño a mi familia, mucho menos a nuestra hija.

Siempre unidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora