Capítulo 19

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*Narra Alessandra*

-Los resultados han dado negativo, no hay ningún rastro de veneno en vuestros cuerpos-comenta el doctor, mostrándome los resultados.-Los seis, estáis completamente sanos.

-Muchas gracias doctor, nuestro guardia le acompañará y abonará sus servicios.

Él asiente, abandonando el despacho, y Luciano toma asiento frente a mí. Por fin, después de varias horas, hemos entrevistado a todos los sirvientes. Salvo las tres nuevas, que se niegan a hablar. Hemos encontrado el veneno, y algunas armas que también poseían. 

-¿Qué haremos con las que quedan?-me pregunta Luciano, mirándome intrigado.

-Sencillo, le sacaréis las palabras. Sea como sea, te lo encargo, puedes hacer lo que quieras mientras hablen.

-De acuerdo, te comentaré los resultados cuanto antes. 

Asiento con la cabeza, y le dedico una pequeña sonrisa. En cuanto abandona la habitación, Aimé entra con una gran sonrisa.

-Vamos Aless, tienes que arreglarte.

-¿Qué? No entiendo.

-Ángelo te espera, para cenar ambos juntos en el comedor. Los niños están dormidos, y bajo supervisión.

-Pero Allegra...

-Nada Aless, olvida todo por un momento. 

Aimé toma mi mano, y tira de mi hacia la salida. Subimos las escaleras hacia mi habitación, viendo como mi cama está llena de cosas. Ella se ha tomado el trabajo, de escoger varios vestidos, junto a su calzado. Le miro sonriente, mientras me empuja hacia el baño.

-¡No tardes!

-¡Que no, que ya voy!

Comienzo a despojarme de mi ropa, dejando a un lado mi arma. Ahora mismo, por precaución, llevo mi arma hasta para mear. Me ducho rápidamente, y envuelvo mi pelo al igual que mi cuerpo, con una toalla. Recojo la ropa sucia, me coloco mi ropa interior, y el arma enganchada en mi pierna.

-Escoge un vestido, los he sacado de tu armario-dice Aimé, una vez que salgo del baño. Entre los vestidos, veo el vestido rojo, ese que en su día me regaló Ángelo. Cuando nos fuimos a la cabaña, y un día antes de enterarme que estaba embarazada.-¿Estás bien? Estás sonriendo, como psicópata, que miedo.-Ruedo y los ojos, y me echo a reír.

-El rojo, ese me pondré.

Aparto los demás vestidos, y todo asiento en la cama. Aimé comienza a desenredar mi pelo, para después comenzar a secarlo dejándolo liso.

-Extrañaba peinarte, tu pelo es realmente suave.

-¿Imaginas peinar el día de mañana a Allegra?

-Dios sí, ya quiero que le crezca el pelito. Se tiene que ver realmente tierna, con sus primeros cocos.

Ambas nos echamos a reír, imaginando a una pequeña Allegra con peinaditos. Cuando termina con mi pelo, ella continúa maquillándome un poco. No mucho, solo lo justo, para no parecer un zombie. Ya lista, me visto, me coloco perfume y mis zapatos.

Aimé ya se ha ido, para encargarse de mi pequeña. Yo bajo lentamente las escaleras, en silencio, para no despertar a los niños. Ángelo me espera al final de las escaleras, lleva un traje impecable, adornado por su sonrisa. Sus manos están en sus bolsillos, y sus ojos no abandonan los míos.

-Estás preciosa, amore mío-dice él, una vez que he llegado a su lado.

-Gracias, tú no te quedas atrás...

Siempre unidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora