Capítulo 24

1.9K 143 0
                                    

-¿Tenéis todo chicos?-pregunta Adriano, una vez más.

-Sí padre, llevamos absolutamente todo-confirma Alexis, en nombre de todos.

-Cuidaros muchísimo, quiero a todos ustedes de vuelta, e ilesos.

-Vuelvo a repetir Alessandra, quédate aquí con ellos. Por favor, te lo pido-me ruega una vez más Ángelo, apoyando su frente contra la mía. Él cierra los ojos, nuestras respiraciones chocan.

-No, ya te dije que iré. Quédate tú, si quieres.

-¿Estás loca? Ni de coña, no les puedo dejar solos. Y mucho menos, si tú vas. Ya te lo dije, no quiero que te pase nada. Si una situación tiene demasiado peligro, te volverás a la casa con Luciano.

Asiento con la cabeza, sin decir nada más. Adriano se acerca a nosotros, abrazando a cada uno a modo de despedida. Incluida Aimé se acerca, con Allegra entre sus brazos. Nuestra despedida es algo triste, como si aceptaran un final que aún no existe.

Subimos todos a la furgoneta, habían decidido que iríamos en el mismo vehículo. Obviamente, rodeados por más guardias. En total era una cantidad de ocho vehículos, entre todos los hombres, más las armas de repuesto. Aunque realmente íbamos bien armados, por lo que era muy poco probable, que tuviéramos que regresar al coche. Ángelo tiene mi mano entre las suyas, acariciándola suavemente, mientras su pierna se mueve sin parar. Antonio va repasando el plan en voz alta, para que todos hagamos lo mismo junto a él.

El matrimonio Montesco, se encuentra en una casa humilde. Para nada comparado con la mansión, que poseían anteriormente. Alrededor de la casa, hay aproximadamente seis guardias, que no dejan de dar vueltas custodiando todo. Dejamos todos los coches escondidos, nuevamente con algunos encargados de esperar. Como anteriormente, por si algo ocurriera.

-De acuerdo, ya sabéis cómo hacer todo. Recordad que tenemos que salir vivos, sea como sea, no quiero ni una sola baja-habla Adriano, a través de la radio. Tomo suavemente del brazo de Ángelo, y lo separo un poco del resto.

-Si hoy no llego a regresar a casa, quiero que continúes tu vida. Que cuides a nuestra pequeña, como tú bien sabes hacerlo. Pero por favor, aprende a continuar sin mí.

-¿Por qué estás diciéndome esto? Alessandra, vas a salir de aquí viva, aunque tenga que morir en tu lugar. ¿Me entiendes? Tú vas a salir con tus patitas, nuevamente a casa. Somos un equipo, ellos no van a poder con nosotros-Ángelo pasa su brazo por mi cintura, atrayéndome a él, besándome suavemente.-Te amo, mi guerrera.

-Yo también te amo, mi amor...

-Niños, tenemos que seguir. Luego continuáis, con la escena romántica-nos interrumpe Antonio, mirándonos enternecido.

Ambos asentimos, separándonos nuevamente. Nos aseguramos de tener todo correcto, y comienzan a acercarse el primer grupo de guardias. Habíamos decidido hacer cuatro grupos, dos únicamente de nuestros guardias. El tercero sería Antonio, Ángelo, Alexis, con más guardias. El cuarto estaría compuesto por Armani, Luciano, yo, y demás guardias.

 Desde nuestra posición, ya vemos los primeros caídos. Le hago una señal a mi grupo, llamando su atención, y apuntando hacia una puerta trasera. Luciano asiente, dando a entender que era una buena idea. Pero de fondo, Ángelo nos mira confundidos. 

-Esta puerta se abre desde dentro, necesitamos entrar por otra entrada-habla Luciano, al tratar de abrir la puerta.

-Esa ventana, nos puede ayudar. Alexis ayúdame, a subir hasta la ventana-les digo, tratando de alcanzar la ventana.

Alexis me toma por la cintura, elevándome hasta la ventana. Para nuestra suerte, está abierta, por lo que entro al momento. Con lo que no contaba, es la altura hasta el suelo. Así que caigo casi de rodillas, soltando un pequeño quejido. Miro todo lo que hay alrededor, estamos en la cocina y está completamente desierta. 

-¿Te has hecho daño?-me susurra Alexis, cuando abro la puerta.

Niego con la cabeza, pero moratón asegurado. Miramos hacia el pasillo, está completamente desierto. La luz del salón está encendida, allí hay más guardias en el descanso. Pasamos sigilosamente, eliminando uno a uno los guardias que hay en la planta baja. Voy directa a abrir la puerta principal, pero algo me detiene en seco. 

-No te muevas, niñata-la pistola en mi sien, me congela hasta el alma. Ciara Montesco, está justo detrás de mí.

-¡Alessandra!-grita Ángelo, tratando de acercarse a mí.

-¡Quieto todo el mundo! ¡No quiero que se acerque nadie!

-Ángelo quédate quieto, todos quedaos quietos-Ángelo me mira atemorizado, pero yo le hago una seña para que no se acerque.

-Si no queréis que la mate, vais a bajar las armas-todos obedecen, haciéndolo al momento.-Voy a salir con ella, y absolutamente nadie lo va a impedir. 

Ciara comienza a tirar de mi, hacia fuera, aún sin quitar la pistola. Nuevamente le hago una seña a los guardias, que quedaron fuera, para que no hagan nada. Ella me dirige hacia un coche, lentamente, bajo la mirada de todos. Pero un coche a toda velocidad, la interrumpe. Ya vino el que nos faltaba, Luciano Montesco. Justamente se tiene que llamar, como mi guardaespaldas.

-Amore mío, ¿cosa stai facendo cosí guerriera? (Amor mío, ¿qué estás haciendo así tan guerrera?)-le pregunta, acercándose a Ciara. Ella aumenta la presión, del agarre.

-¡Stai lontano! ¡Stai lontano! (¡No te acerques! ¡No te acerques!).-Siento que sus manos tiemblan, pero cualquier mínimo movimiento sería erróneo.

-¿Vas a hacer el trabajo en lugar de tu marido? Así me gusta, mujer.

-¿Dónde está la puta de tu amante?-él le mira confundido, yo aún estoy más confundida.-¡¿Dónde cojones está Alina?!

-Amore mío, ¿por qué tanto interés en ella?

-¡Eh! ¡Dejadla ir!-grita Ángelo, fuera de la casa.

-¡Cállate!-Ciara se gira de nuevo a Luciano, aún sin querer soltarme.-Te lo voy a repetir, una vez más, ¡¿dónde está Alina?! ¡Por culpa de esa zorra, y de esta maldita familia, la mía está destruida!

-Amore mío, hablemos, cálmate. Juntos podemos matar a estos imbéciles, y ser felices liderando la mafia.

-¡Han matado a nuestros hijos, esa zorra está desaparecida y aún así, ¿pretendes que sea feliz?!-Luciano Montesco, se queda callado pensando. Sus guardaespaldas, están alrededor de los nuestros. Pero son muchísimos menos, han sufrido demasiadas bajas. Ahora es mi oportunidad, de intentar arreglar la situación.

-Ciara, Ciara, escúchame-trato de llamar su atención, con la voz algo temblorosa.-Nosotros podemos ayudarte, a encontrar a Alina. Solo tienes que dejarme ir, y te la entregaremos. Por favor, tienes que dejarme ir.

-Cállate, no eres más que una zorra. Tú mataste a mis hijos-su agarre toma aún más fuerza, provocando que mi corazón comience a latir con más fuerza.

-Nosotros no fuimos, cuando llegamos todo era ceniza-trato de confundirla, con todas mis fuerzas.-Alina se encargó de ellos, ella los eliminó.

-¡Te está mintiendo!-le grita Luciano, entre risas.-Esta zorra, es bastante buena mintiendo. No te lo vas a creer, ¿o sí?

-Tienes que creerme Ciara, él está jugando con tu mente. ¿Vas a creer a la persona que esconde a su amante?-ella se queda completamente en silencio, aflojando poco a poco su agarre.

Les hago una seña, disimuladamente, al resto para que entren en la casa. Si consigo convencerla, tendremos que deshacernos del resto. Casi puedo sentir como me suelta, pero varias armas continúan apuntándome.

-Alina estará entre tus manos, si tú lo deseas, y después serás libre. Te ayudaremos a que tengas la vida, que tú desees completamente.-Ciara se mantiene en silencio, con la mirada algo perdida.-¿Crees que él está afectado por la muerte de tus hijos? Él oculta a su amante, a la persona que los mató, porque quiere matarte ahora a tí. ¿Quién te asegura de que se quedará contigo después de matarnos?

Ciara termina por deshacer su agarre, aún con la pistola en su mano. Todos le miramos expectantes, esperando algún movimiento más. Me hace a un lado, dando un paso hacia delante. Disimuladamente trato de ir hacia la casa, pero vuelven a apuntarme. Ciara llega justo frente a Luciano, se da la vuelta mirándome a mi y, dispara.

Siempre unidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora