Capítulo 2

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*NARRA ALESSANDRA*

A la mañana siguiente, despierto antes que Ángelo y me levanto con cuidado para no despertarlo. Me cambio de ropa, lavo mi rostro y peino mi cabello en una coleta. Cuando regreso a la cama, comienzo a acariciar su rostro suavemente. Él se despierta poco a poco, y sonríe ampliamente cuando me ve. Me abraza fuerte, y vuelve a dejarme tumbada a su lado.

-Pensé que todo, había sido un sueño-dice él, escondido en mi cuello.

-Pues aquí me tienes, y no me pienso ir señorito.

Ambos reímos, y yo beso sus labios suavemente. Me vuelvo a levantar, y tiro de él para que se meta en la ducha. Yo de mientras, salgo en busca del resto. Toco a la puerta de la habitación de Adriano y, en cuanto cede el permiso, entro lentamente.

-¡Alessandra! ¡Bambina!-me acerco a él rápidamente, y me lanzo a sus brazos.-¡Ay dios mío, mi niña está aquí!-él comienza a llorar, y yo junto a él.

-Lo siento, siento haberme ido. Pero lo necesitaba, necesitaba irme un tiempo-le digo, limpiando sus lágrimas.

-No pasa nada, mi niña. Lo importante, es que estás aquí. Bueno, mejor dicho estáis. Porque esta bebé, ha crecido mucho.

Él acaricia mi vientre, y yo me quedo apoyada en su pecho. Reparto besos por su mejilla, y después él me sugiere que vaya a ver a Alexis. Así que eso hago, me dirijo a su habitación y toco antes de entrar. Él se encuentra de espaldas a la puerta, sentado en el filo de su cama.

-He dicho que no quiero comer, Antonio. Déjame solo-dice él, enfadado.

-¿Tampoco quieres vernos a nosotras?-le pregunto, apoyada sobre el marco. Alexis se gira de golpe, y corre a abrazarme.

-Oh por dios Aless, ¿dónde estabas?. Te he echado mucho de menos-él me abraza fuerte, y no parece que me vaya a soltar.

-Necesitaba un tiempo sola lejos, necesitaba descansar y conectar con mi bebé.

Él me mira como si no pudiera creer, que estoy frente a él y vuelve a abrazarme.

-Ahora vamos a ir tú, esta bebé, y yo, a desayunar que estás muy delgado-le digo, tirando de su brazo.

Ambos bajamos las escaleras, y entramos al comedor donde ya está el desayuno servido. Los niños se lanzan a abrazarme, y los mayores también. Después de una ronda de abrazos, todos nos sentamos y comenzamos a desayunar.

-¿Ya le has puesto nombre a la bebé?-pregunta Alexis, mirándome sonriente.

-Sí, anoche Ángelo y yo decidimos que se va a llamar Allegra-todos se quedan callados, y me miran con los ojos abiertos. Adriano se levanta para abrazarme, y los demás sonríen de oreja a oreja.-Ya queda muy poquito, para que nazca.

-Solo queda un mes, para conocerla-dice Ángelo, besando mi frente.

-Ahora más que nunca, hay que tener mucho cuidado-comienza a hablar, Armani.-Un bebé está a punto de llegar a esta familia, y los Montesco siguen dando guerra. Hay que protegerlas, con nuestras vidas.

Todos asienten, y continúan hablando sobre la seguridad. Yo me quedo mirando a los niños, que me hacen muecas para que me ría. Les devuelvo las muecas, y pronto la mesa se llena de risas. Los mayores dirigen su mirada hacia nosotros, y nos mira enternecidos mientras reímos.

-Necesitábamos esto-susurra Alda, bajito.

Terminamos todos de desayunar, y yo salgo con los niños al patio trasero. Ángelo viene detrás nuestra, y comienza a sacar algunas hojas que han caído en la piscina.

-¿Nos bañamos niños?-les pregunto, a los cuatro. Ellos asienten, efusivamente, y comienzan a saltar.-Primero hay que ponerse los bañadores, vamos.

Tomo la manita de Armani, y subo con él hacia arriba. Me encargo de ponerle su bañador, y después le pido que me espere mientras me pongo el mío. De nuevo abajo, veo que Ángelo  nos espera sonriente, a un lado de la piscina. Les pone a los más pequeños sus flotadores, y todos entramos dentro. Menos Ángelo, que permanece sentado mirándonos. Armani se mantiene pegado a mi cuello, tiene miedo del agua.

-¿No quieres nadar solo?-le pregunto, al pequeño que se esconde en mi cuello.

-¡No!-grita, escondiéndose más.

-Pero si no pasa nada cariño, mira ellos como nadan-le digo, señalando a los demás niños.-¿Te pongo tu flotador? No te va a pasar nada, estoy aquí contigo.

Él me mira con algo de desconfianza, pero al final acepta ponerse el flotador. Río tomando un extremo del flotador, para asegurarme de que está bien, y les veo jugar a los cuatro niños.

-¿Tú no te metes?-le pregunto a Ángelo, su sonrisa desaparece y agacha la cabeza negando. A continuación él se levanta, y anda rápido hacia dentro de la casa.-¡Ángelo!

Algo va mal, lo sé. Pero no puedo salir tras él, y dejar a los niños solos en la piscina. Así que juego un rato con ellos hasta que veo a las mujeres salir con toallas a por los niños. Me tienden una a mí, y me la coloco yendo en busca de Ángelo. Subo a su habitación, y entro comprobando que está vacía. Aunque la puerta del baño, está cerrada.

-Ángelo, ¿estás ahí?-doy algunos golpecitos, y pego mi oído en la puerta.

-S-sí.-Escucho su respiración irregular, y comienzo a preocuparme.

-¿Qué haces? Abre la puerta, Ángelo-él no responde, y mi preocupación crece por momentos.-Amor por favor, abre la puerta.

Él hace caso omiso, y yo trato de forzar la puerta. Hasta que suena un click, y la puerta se abre. Ángelo está en el suelo, con los ojos cerrados, volviendo a cortarse otra vez.

-¡Ángelo!-me agacho a su lado, y quito el cuchillo de su mano. Él luce algo mareado, y por su frente caen algunas gotas de sudor.-Cariño, mírame. Mírame, amor.

Tomo su rostro, y hago que trate de mirarme. Sus ojos permanecen cerrados, mientras respira con fuerza. Vuelvo a levantarme, tomando una toalla y mojándola, para después ponerla sobre su brazo. Las lágrimas caen por mis mejillas, y lo abrazo fuerte contra mi pecho. Acaricio su pelo, y seco las lágrimas que caen por mis ojos. Un suspiro sale de mis labios, y él me abraza más fuerte.

-Vamos cariño, levántate. Te voy a llevar al hospital-le digo, levantándome y tratando de tomar su cintura.

-No, no-él niega, y se agarra de mis hombros mareado.

-¿Cómo que no? Mírate no puedes sostenerte solo, puede que tengas anemia. Por favor amor, déjame llevarte.

Ángelo vuelve a negar, y cae sobre mí haciendo que los dos caigamos al suelo. Siseo del dolor, del golpe, y vuelvo a centrar mi mirada en él. Doy algunas palmaditas suaves en su mejilla, pero no responde. Todo mi sistema se pone en alerta, y trato de levantarlo de encima mía.

-¡Ángelo! ¡Ángelo, por favor! ¡Despierta!-vuelvo a darle algunas palmaditas, pero no obtengo respuesta alguna.-¡ARMANI! ¡ANTONIO! ¡AYUDADME!-grito tratando de llamar la atención, de todos, y escucho unos pasos corriendo subir las escaleras.

-¡Aless! ¿Dónde estás?-pregunta Armani.

-¡En el baño de Ángelo, venid corriendo por favor!-ellos abren la puerta de un golpe, y cogen a Ángelo. Lo llevan hacia la habitación, y vuelven para ayudarme a levantarme.

-¿Qué ha pasado? ¿Por qué Ángelo tiene tantos cortes?-me pregunta Antonio.

-Ángelo se estaba cortando, estaba muy mareado y con los ojos cerrados. Le he levantado, para intentar llevarle al hospital pero se ha desmayado. Al caer encima mía, los dos hemos caído al suelo-me acerco a Ángelo, y paso mi mano por sus mejillas tratando de despertarle.

-Alessandra ponte algo, mientras lo bajamos al coche-vuelve a decir, Antonio.

Corro hacia mi habitación, y tomo lo primero que pillo de mi maleta. Bajo las escaleras deprisa, y me coloco los tenis en la puerta. Armani me abre la puerta, y me hace una seña para que entre corriendo. Me siento atrás junto con Ángelo, y tomo su cabeza para ponerla sobre mi regazo. Está chorreando de sudor, pero su respiración está un poco más relajada. Peino su cabello hacia atrás, y ruego porque esté bien.

Siempre unidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora