Capítulo 4

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*NARRA ALESSANDRA*

Despierto en mitad de la noche, tras dar mil vueltas en la cama, antojada de un vaso de leche con galletas. Ángelo a mi lado, duerme plácidamente y abrazado a mi. Lo muevo con cuidado, viendo cómo me busca y le doy una almohada para calmarle.

Bajo las escaleras con cuidado, y me dirijo hacia la cocina. Tomo un vaso, la leche, y lo pongo a calentar en el microondas. De mientras me quedo mirando, por las ventanas, cómo está la noche. Noto algunos movimientos raros, por los arbustos y enfoco mi mirada hacia este. Puedo ver que es una persona, tal vez un espía. Saco una de las armas, que hay escondidas en la cocina, abro un poco la ventana, y disparo hacia la persona. Ésta cae al momento, al suelo.

Subo de nuevo las escaleras, y me dirijo a despertar a los hombres. Seguramente haya alguien más, debemos prevenir.

-Amor, amor-trato de despertar, a Ángelo sacudiéndole pero no hace caso.-Ángelo, despierta-él abre un ojo, y me mira con el ceño fruncido.-Hay movimiento alrededor de la casa, acabo de eliminar a alguien sospechoso.

-¿Cómo?-él se levanta de un golpe, y toma su arma.-Quédate aquí, y no salgas-Ángelo besa mi frente, y toma algunas balas más.-Papá, no tarda en venir.

Él sale de la habitación, y yo me quedo sentada en la cama inquieta. Se escuchan algunos disparos, y más ruidos, pero de pronto todo cesa. ¿Y si les han hecho algo? ¿Y si nos quieren matar? ¿Y si-

-Ya está papá aquí, amores mios-dice Ángelo, entrando en la habitación.

-¿Estás bien? ¿Y los demás?-le pregunto preocupada, revisándole.

-Tranquila, cariño-dice, acunando mis rostro entre sus manos.-Estamos todos bien, eran unos espías de los Montesco. Tienes muy buenos ojos, mi amor.

Él me sonríe ampliamente, y me besa suavemente. Retrocedemos hacia atrás, y caemos en la cama con él encima. Aunque mi barriga, no permite mucho el contacto. Su mano acaricia mis caderas, y baja directo a mis muslos.

-Chicos, haced las maletas. Tenemos que irnos de aquí-dice Adriano, al otro lado de la puerta. Ambos nos separamos, y yo me levanto para abrir.

-¿Cómo que irnos?-pregunto, extrañada.

-Si ellos han logrado venir hasta aquí, no podemos dejar que nos puedan hacer algo. Vamos a cambiarnos de casa, para mejorar la seguridad-me explica, tomando mi mano.

Nosotros asentimos, y comenzamos a preparar las maletas. Bueno más bien, es Ángelo quién las hace. Porque no me deja hacer nada, para que no me esfuerce.

-Por cierto Aless, ¿por qué había leche calentándose en el microondas?-pregunta Ángelo, mientras hace las maletas.

-Es que... tenía antojo-me sonrojo, y agacho la mirada.

El ríe, besando mi frente, y me tiende ropa para que me vista. Ángelo se viste rápido, y yo tardo un poco más cogiendo algunas cosas. Veo que abandona la habitación con las maletas, y yo aprovecho para terminar de vestirme bien. Cuando bajo, están todos en la entrada reunidos. Los niños van dormidos en los brazos de sus padres, envueltos en una manta, aún con sus pijamas.

-Vamos a ir todos separados en coches, pero los guardias nos rodearán a todos. No puede haber desvíos, ni despistes en el camino. Y sobretodo, tened mucho cuidado-explica Adriano, a todos nosotros.

Los guardias terminan de meter las maletas en los coches, y Ángelo abre la puerta para que entre.

-Espera, ahora vengo.-Ángelo entra de nuevo en la casa, y yo me quedo extrañada. ¿A dónde va? Cuando vuelve, veo que trae algo en sus manos y toma asiento tendiéndomelo.-Toma amor, leche calentita y galletas para mis amores.

Cojo el termo, y el paquete de galletas, echándome a reír. Él me mira divertido, y toma el cinturón para ponérselo. Yo hago lo mismo, y vemos que hacen señales para marcharnos.

-¿Listas?-me pregunta él, poniendo su mano en mi pierna.

-Listas-le contesto, asintiendo.

Todos los coches se ponen en marcha, y abandonamos la mansión. He escuchado que los sirvientes, llegarán mañana al nuevo hogar. Así que esa mansión, queda totalmente vacía.

-¿Tú crees que podamos volver algún día?-le pregunto, abriendo las galletas.

-Por supuesto que sí, hay muchos recuerdos por formar en esa casa-me responde, acariciando mi pierna.-¿Me dais una galleta?

-¿Qué dices Allegra, compartimos con papá?-la bebé da una patada, y yo sonrío tomando la galleta.-Toma, dice que te da una.

-Muchas gracias, mi amor-su mano acaricia mi vientre, y la deja ahí posada.

Pasamos todo el camino, en silencio, mientras como y le voy dando algunas galletas. Cuando termino, dejo los restos a un lado y coloco mi mano sobre la suya. Mis ojos se cierran poco a poco, y voy dando cabezazos. Ángelo extiende su mano hacia mi asiento, y lo echa hacia atrás.

-Duérmete, amore-dice él, apoyando su mano en mi pierna.

Me acomodo un poco en el asiento, y me duermo enseguida. No me duermo profundamente, sino que me mantengo un poco alerta por si algo pasa. De hecho siento las caricias de su mano, y escucho su respiración calmada.

-Amore, ya hemos llegado-dice Ángelo, acariciando mi mejilla, cuando llegamos. Me remuevo, y suspiro fastidiada.-Vamos mi vida, en la camita estarás mucho mejor.

Abro mis ojos, viéndole frente a mi, y él me sonríe besando mis labios. Desabrocha mi cinturón, y me tiende su mano para salir. Me estiro, y me abrazo a Ángelo viendo cómo aparcan los demás. Todos abren las puertas, y comienzan a sacar todo. Yo tomo en brazos a Armani junior, quién aún está dormido, y noto como se esconde en mi cuello.

Alda camina frente a mi, dirigiéndome, y me doy cuenta de que me suena esta casa. Aunque al estar algo oscuro, no puedo fijarme bien de los detalles. Dejo sobre la cama, que me indica Alda, a Armani y le arropo con las mantas. Beso suavemente su frente, y abandono la habitación. Fuera veo a Ángelo, que me espera apoyado contra la pared. Toma mi mano, y me dirige hacia nuestra habitación.

-Mañana tendremos que salir los hombres, menos Adriano que estará en el despacho. Te lo quería decir, para que no te asustes-dice él, cuando nos metemos en la cama.

-¿Iréis donde los Montesco?-le pregunto, preocupada.

-Trataremos de negociar con ellos, o quitarles de en medio.

-Tened cuidado, no quiero que os hagan daño. Por favor, tened muchísimo cuidado.

-Lo tendremos, por eso quería decírtelo, para que no te asustes si no me ves-asiento con mi cabeza, y beso suavemente sus labios.-Ahora si me permites, tengo una conversación pendiente con una muchachita-sube mi camiseta, y baja hacia mi vientre.-Hola piccolina, hace tiempo que papá no habla contigo, eh. ¿Mamá te habla de mí?

-Todos los días, eso no lo dudes.

-Allegra creo que se están metiendo en nuestra conversación, ¿no crees?-la bebé da una patada, y él se ríe.-Te amo mucho, mi vida. Papá está lleno de ganas, por verte en sus brazos. Pero aún tienes que estar un poquito más, dentro de la barriguita de mamá.

-Ella aún no tiene habitación, ni nada-comento, acariciando su pelo.

-De eso no os preocupéis, papá va a tener tú habitación preparada en un plis plas. Haré que sea la habitación más bonita del universo, para que mi princesa pueda descansar agustito. Pero ahora mismo, hay que dormir que ya es tarde-él deja un último beso en mi vientre, y coloca bien mi camiseta.-Descansa, vida mía.

-Buenas noches, amore mío-dejo un beso tierno en sus labios, y él se abraza a mi escondiendo su cara en mi cuello.

Siempre unidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora