Jamás faltes a una clase: Masacre Parte 2

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David se encontraba corriendo tras la perla que le correspondía, él la perseguía de cerca, David estiro el brazo a punto de alcanzarla, pero la perla dio vuelta en una esquina, David la siguió y fue cuando una hoz le atravesó el lado derecho del pecho y salió por su espalda, un extraño encapuchado que sostenía la hoz comenzó a reír mostrando sus dientes amarillos y podridos, mientras tanto David comenzó a escupir sangre y a experimentar mucho dolor.

El encapuchado saco la hoz del cuerpo de David y él se desplomo mientras sentía como el aire le faltaba porque para su mala suerte la hoz le había perforado un pulmón y en cualquier momento moriría.

David sostenía la herida, pero no tenía caso pues tenía otra en la espalda, el encapuchado se puso frente a él y levanto la hoz dispuesto a decapitar a David, él no podía hacer nada, solo esperar su fatídico destino.

Su visión se tornaba borrosa y David perdió el conocimiento siendo lo último que vio la imagen del encapuchado lanzando su ataque para quitarle la cabeza. Entonces David despierta en un lugar completamente negro, él se encontraba flotando en medio de la nada, y escuchó una voz.

Lucille: ¿Deseas vivir?

David: (sorprendido) ¿Quién dijo eso?

David no veía a nadie cerca por más que buscaba con la vista a la dueña de esa voz no lograba encontrar a nadie.

Lucille: Responde mi pregunta

David: Ah, bien, la respuesta es NO

Lucille: Ya veo ¿porque?

David: Porque no le veo sentido a seguir viviendo, pero...

Lucille: ¿Pero?

David: Me niego a que ese demonio se quede con mi alma, y por eso deseo salir de este mundo y... una vez que lo haga entonces terminare con mi vida yo mismo

Lucille: Te he observado y lamento decirte que tus malas acciones te garantizan ser mandado al infierno

David: Ya veo... es una pena... pero aun así... eso no cambia en nada mis planes

Lucille: Vaya, no veo que me mientas porque no tendría sentido mentirle a alguien que ni siquiera logras ver o sabes quién es.

David: Ya que estamos en el tema ¿Quién eres?

Lucille: No te lo voy a decir, pero si te daré una mano, apenas abras los ojos tendrás de vuelta los poderes que te dio ese demonio, con la única diferencia de que no tendrás que usar tu sangre para activarlos

David: ¿porque? ¿acaso puedes hacer eso?

Lucille: Claro que puedo, pero te advierto una cosa, si usas tus poderes para el mal, aunque sea un poco, se te serán arrebatados en ese instante y yo misma me asegurare de terminar con tu existencia

David: Bonita amenaza, pero no era necesaria, ¿Qué quieres a cambio de que recupere mis poderes?

Lucille: Eso lo sabrás mas adelante pero que te quede claro que no son gratis, llegado el momento deberás pagar el precio correspondiente.

Y todo se puso negro otra vez, David abrió los ojos viendo como la hoz del encapuchado se dirigía a su cuello, él se hizo a un lado de inmediato evitando ser decapitado y se apartó del encapuchado.

David estiro su brazo para usar sus poderes, él no estaba seguro de si funcionaria, pero lo intentaría de todos modos. Los poderes de David eran, como todos saben, controlar a los monstruos y esbirros del demonio a su antojo, uno a la vez, y en caso de sufrir una herida mortal poder seguir vivo por un breve momento, excepto si era decapitado, así si moría al instante.

En la palma de David se dibujó una estrella, pero no era un pentagrama sino la estrella de David, una de seis puntas y de color dorado, el encapuchado se quedó inmóvil y soltó su hoz. David apretó el puño y el encapuchado cayó muerto al suelo con el cuello destrozado. Luego de eso David se tuvo que arrodillar porque el dolor que sentía era agonizante, él sabía que el tiempo estaba medido, por lo que debía apurarse y atrapar la perla. El corrió con toda su fuerza hacia donde la perla iba, el dolor era terrible e iba en aumento a cada segundo.

David estaba alcanzando a la perla, pero entonces una tarántula gigantesca bajo desde una azotea y se puso en su camino, David tuvo que usar sus recién recuperadas habilidades de nuevo para detenerla, pero este monstruo era diferente al encapuchado y David tenía que usar toda su fuerza para detener sus movimientos, por lo que él debía mantener presión constante si no quería que esa tarántula se le echara encima.

La perla yacía detrás de esa horrible bestia, David fue moviéndose un paso a la vez mientras tenía su brazo estirado conteniendo a la tarántula mientras una gran fatiga invadía su cuerpo, él estaba a punto de llegar al límite.

David pudo alcanzar la perla, pero... esta igual era un señuelo y se disolvió en sus manos, ahora nuestro amigo estaba en problemas porque frente a él estaba esa tarántula, en cualquier segundo el control de David se disolvería y esa cosa se lo comería desde adentro hacia afuera, una muerte muy dolorosa.

David uso su otra mano en la que apareció otra estrella de David y con toda la fuerza que le quedaba hizo que la enorme tarántula subiera a una pequeña construcción y se alejara, el control de David ceso y el cayó al piso completamente agitado, pero... él no podía darse el lujo de parar porque la enorme tarántula ya venía de vuelta. David comenzó a correr y por puro milagro logro perder al monstruo que lo perseguía, y fue entonces que el tiempo límite se le termino y la herida mortal que portaba David comenzó a doler con más intensidad, nuestro amigo cayó al suelo agonizando.

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