Alem es como una chispa en medio de la penumbra que te hacía despertar del sueño oscuro en el que estabas sumido.
Nadie puede imaginarlo sin su sonrisa tirando de sus labios mientras caminaba por las calles de la ciudad, como si en un punto de su hi...
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El miedo tocaba como un tambor en mi corazón, mezclándose con la tristeza en una perfecta armonía. Trayendo de vuelta a aquella sensación que me perseguía en mis recuerdos; en los días donde me autoproclame en la gloria.
Aún podía respirar la colonia varonil que usaba mi padre el día anterior cuando mi burbuja se fisuro ante la sensación de haber perdido otra vez en su juego y él junto a mi madre me arrinconaron en la cocina. Dijeron que las noticias habían recorrido la ciudad más rápido que el cantar de un gallo y que ahora que estaban conscientes de ello, más me valía recordar mi lugar en aquel sitio al cual llamaba hogar por mero masoquismo
Porque no estaban seguros si habría un castigo en vida que fuera suficiente para mi pecado. Y entonces, sin poder evitarlo, un cachito de mi se apago así de fácil; así de sencillo.
— ¿Qué llevas ahí? — preguntó Rita cuando bajamos del coche de nuestra madre en la acera frente a la escuela — ¿Es una de las bolas de cristal que hicimos?
Asentí, incapaz de decirle que se metiera en su propia triste y mediocre vida.
Seguro que ella fue quien se enteró de que Frankie estaba en la ciudad, podría jurar que se había encargado de informarle a mis padres.
¿Para qué?
¿Para poder mantenerlos lejos de ella mientras iba a planear las fiestas con sus amigos y disfrutaba del embarazo riesgoso que Eva llevaba en casa o de mi desgracia volviendo a mi presente?
— ¿Es para Tyler? — preguntó encarnando una ceja, como si creyera que yo iría a contarle la verdad.
Volví a asentir antes de perderme entre el mar de gente, metiendo el pequeño objeto entre el suéter en mi mochila; para que no se rompiera.
El día anterior mi padre había sacado un par de cosas que escondía en su cuarto de herramientas para entretener a los niños que estaban un poco preocupados porque su madre no parecía ser la misma de semanas atrás.
Supongo que al final dejó de engañarse, y aceptó que el camino que ella escogería sería el que tenía; porque no había nada más gratificante para nuestros padres que ser una mujer casada con un hombre casi perfecto y una familia apegada a las leyes de nuestra iglesia.
Tal vez ya había terminado con Milo, si es que alguna vez habían empezado algo con tal fuerza que pudiera quebrarse.
Cuando mi padre se entretuvo en dormir al menor de sus nietos me robe un par de cosas que escondí en mi habitación hasta la medianoche, en donde el miedo y la ansiedad volvieron a ser invitados en mi cabeza mientras intentaba distraerme.
Primero pensé en hacer algo para mi habitación, para mi. Pero cuanto mis manos más se movían, el lago del muelle con un pequeño barco al centro que trataba de hacer terminó por ser una casa del árbol encerrada en una burbuja que brillaba como el arcoíris bajo los rayos del sol. Y mientras intentaba recordar aquella tarde de verano con el abuelo mi mente se desvió del pasado para comenzar a preguntarme si a Tabitha le gustaría.