CAPÍTULO 49

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Un disparo resonó en mis oídos, sacándome de aquellas pesadillas en donde mi padre me perseguía jurando que mi salvación se encontraba en el dolor

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Un disparo resonó en mis oídos, sacándome de aquellas pesadillas en donde mi padre me perseguía jurando que mi salvación se encontraba en el dolor.

Abrí los ojos de golpe buscando el origen de aquel ruido, pero apenas me adapte a la luz del sol que iluminaba la habitación de hospital Klaus apareció frente a mí con una cámara entre las manos y una sonrisa de oreja a oreja.

— ¿Q-qué? — balbuceó Tabitha adormilada mientras intentaba sacudirse el sueño tan rápido como pudiese — ¿Qué mierda haces Klaus?

— Sólo es una foto, dejen de llorar — gruñó el alemán alzando la fotografía instantánea para que pudiéramos verla —. Se veían muy lindos dormidos.

Mi vista aún estaba borrosa y el dolor que abrazaba mi cabeza no hacía más que empeorar las cosas, pero pude lograr apreciar ésta; éramos Tabitha y yo acostados en la cama con su pierna enyesada entrelazada entre las mías, su brazo rodeándome y su cabeza recostada en mi hombro. Lucía tranquila y yo también, a pesar de los golpes frescos que teñían mi piel.

Deseaba poder tener un poco de fuerza para fingir vergüenza o en realidad tenerla, pero estaba agotado. Así que me limite a rodar sobre mi eje, probando suerte con el dolor; escondiéndome entre los brazos de Tabitha para poder seguir durmiendo un poco más.

Había tenido peores días, pero estaba seguro de que este quedaría en mi memoria sin encabezar la lista, pero siendo lo suficientemente malo como para ser recordado.

— Ahora extraño a mi novio. — masculló Klaus cuando el cuerpo de Tabitha se relajó bajo mi peso y sus brazos me envolvieron dándome el calor corporal que necesitaba.

Sabía que estaba aplazando al destino, quien seguramente ya se encontraba acechando mi vida con poca esperanza y más tragedia. Tal vez no era la mejor opción, pero se sentía como lo que necesitaba; recordar por qué acepte esta guerra.

— ¿Sigue doliendo? — susurró Tabitha cuando los quejidos de Klaus se apagaron y una puerta se cerró.

Asentí lentamente sin abrir los ojos mientras adivinaba los lugares donde seguramente había heridas más graves que simples moretones.

— Seguro que mi papá tendrá algo para apagar el dolor.

Y como si se hubiera tratado de un ritual, la puerta de la habitación se abrió trayendo un par de voces conocidas. Aunque de no serlo ya hubiera sufrido un infarto por pensar en que se trataba de mis padres.

Mis padres.

Había visto el sol iluminar la habitación e impulsar mi dolor de cabeza, y aunque comenzaba a ser más optimista aún sabía que ellos jamás me dejarían más de un par de segundo a solas.

Algo iba mal.

— Al parecer alguien al fin despertó. — escuche decir a Tyler a lo lejos, parecía estar divertido

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