Si el mundo había decidido caer en una tercera guerra mundial fuera de mi burbuja estaba seguro de que todos los bombardeos habían dado con blanco mi cabeza.
Había tenido una cirugía en donde, literalmente, habían sacado una bala de mi cabeza y el dolor y la sed no se comparan en lo absoluto.
Abrí los ojos, cuestionándome si en algún momento de la noche estos habrían sido cambiados por plomo. Era como si fuera más pesado, en todos lados.
Los rayos débiles del sol se colaban por lo extremos de la ventana, siendo apenas suficientes como para mostrarnos la verdad detrás de las cortinas.
¿Si tenía tanta sed por qué también tenía muchas ganas de ir al baño?
Hice el ademán de levantarme, pero un peso ajeno — el mismo que estaba aplastando mi vejiga — me lo impidió, logrando que me despejará un poco para comprender el escenario a mi alrededor.
¿Había llegado a casa ebrio y éste era el peso de los bloques de cemento que mi padre había puesto sobre mí como castigo divino?
No, no corría con tanta suerte aún.
Tabitha se encontraba prácticamente encima de mí, abrazando mi pecho mientras su cuerpo se acomodaba a la perfección entre mis piernas y su cabeza descansaba en mi pecho.
¿En qué momento se había movido?
Apenas note que yo también me aferraba a ella levanté mis brazos en dirección al techo, como si quisiera alcanzarlo.
Un par de brillos aún se encontraban resistiendo a su caída, adornando su piel manchada junto a los restos del mismo labial que había tenido que limpiar de mis labios horas atrás.
Mis labios.
Mi corazón se detuvo de golpe cuando los recuerdos de la noche anterior, que aún se mantenían debajo de mis sueños, salieron a flote trayendo los nervios de la mano.
Ella me había besado.
Estaba seguro de que no había sido yo, jamás me atrevería a ello y estaba lo suficientemente sorprendido como para haber podido atreverme a devolverle el beso.
Escape de entre los brazos de Tabitha, intentando no levantarla, pero cuando su cuerpo comenzó a removerse dejé la delicadeza de lado sólo para poder salir de debajo de ella y correr al baño.
Las náuseas y el temblor en mis manos no era una alucinación, estaba seguro de eso.
¿Iba a acabar en un ataque de pánico?
Patético.
— ¿Alem? — llamó Tabitha adormilada antes de tocar la puerta.
Si, iba a acabar en un ataque de pánico.
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BUSCANDO A ALEM ✔️
Teen FictionAlem es como una chispa en medio de la penumbra que te hacía despertar del sueño oscuro en el que estabas sumido. Nadie puede imaginarlo sin su sonrisa tirando de sus labios mientras caminaba por las calles de la ciudad, como si en un punto de su hi...