CAPÍTULO 50

142 36 127
                                    

Todo va a estar bien

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Todo va a estar bien.

Las palabras de Tabitha resonaban en mi mente hasta que cubrieron todas aquellas pequeñas voces que me hacían dudar sobre si. Tal vez el suelo bajo mis pies ya se había caído y esto no era más que mi última jugada antes de rendirme.

Me negué en silencio a aceptar el dolor y el miedo, esta vez quería creer en que todo iría bien. Así que apague las voces que me sofocaban y la convertí en ella en mi nueva fe; en lo que creería aún cuando todo fuera en contra.

— ¿Estás consciente de que todo lo que suceda durante esta sesión podría usarse en el caso? — preguntó el abogado frente a mí.

Lucía demasiado joven como para llevar todo esto, pero ya lo había escuchado hablar de leyes y mis derechos. Sonaba muy convincente y de no ser bueno al menos sabía que había tomado buenas clases de actuación.

Apenas había interactuado con él. En realidad ahora mismo no tenía ganas de prestar demasiada atención a las cosas que podrían esperar para mañana.

— ¿Estás nervioso? — preguntó Barclay con seriedad.

Él lo estaba, lo sabía.

Temía lo que podría pasar ahí, pero no sabía con certeza si era la idea de que ellos lograrán manipularme lo que le aterraba o sólo la situación.

Negué, sin mentir.

No estaba nervioso, me estaba arrastrando entre mi propio dolor solo para buscar la salvación.

— Bien, recuerda que si quieres parar sólo tienes que pedirlo. — me recordó por décima vez desde que salimos de la habitación.

Solo había tomado un baño que pareció una tortura y después de un examen rápido fui lanzado a la batalla; junto un psicólogo y un abogado, más cobardes que yo.

La sala de juntas que Raphael había conseguido en el hospital quedaba a sólo dos pisos abajo de mi habitación, por lo que el camino no había resultado tan pesado. Conocía el hospital y sabía que las salas de juntas no solían estar en el área de cuidados intensivos, habitaciones privadas y urgencias.

Tome aire, buscando un poco de valentía en él. Seguro que había mucha por aquí, mezclada entre el olor a desinfectante.

Solo tomaría un poco y después podría dejarlo todo.

— Adele.

La voz de mi madre resonó entre las cuatro paredes apenas mi cuerpo pasó bajo el umbral de la puerta. Sonaba justo como debería, con calidez y amor.

Justo como deseaba a pesar de las palabras equivocadas.

Saludé, aplazando el miedo cuando mi padre apareció al lado de la mujer que durante años maldecí en secreto.

Ellos estaban ahí, y eso solo podía significar una cosa; sentían que me tenían. Estaban tan seguros de mi siguiente paso que no habían visto nada que arriesgar hasta aquí, en medio de una demanda por maltrato; no creían que fuera a romper el orden de las cosas.

BUSCANDO A ALEM ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora