CAPÍTULO 15

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— Tranquila Adele, seguramente solo trata de asustarte. — masculló la rara a mi lado mientras intentamos ignorar el hecho de que el fraude de ricitos de oro manejaba tan mal como un perico y que seguramente chocaremos antes de llegar a casa.

Bueno, al menos así podría fallecer y ahorrarme el tener que enfrentarme a mis padres cuando llegara a casa y los encontrara dentro, listos para mí.

Negué enseguida, intentando mantener mi curiosidad alejada, estaba segura que ver la pantalla de mi celular no era una buena idea en estos momentos, al menos si quería seguir respirando.

Apenas la noticia de que mi hermana había salido corriendo de la fiesta en dirección a casa llego a mis oídos baje de la azotea, intentando no colapsar por el miedo que corría por mis venas, y por supuesto que la rara me siguió en seguida junto a los amantes prohibidos que hacían todas las preguntas que ella no se atrevía a hacer.

Cuando comprendieron que nadie diría nada el fraudulento prendió su cerebro y sugirió que fuéramos hasta mi casa en su coche, con la esperanza de que este fuera más rápido que mi destino y llegáramos antes que mis padres.

Pero yo no tenía tanta suerte como para que esas cosas pasaran.

— ¡Conduces como un loco! — exclamó la salchicha alemana cuando su amante entró por una calle en sentido contrario y se vio obligado a acelerar antes de dar vuelta a la izquierda.

Provocando que la rara se resbalara por el asiento hasta quedar a mi lado, casi sobre mi de no ser porque el coche se estableció rápidamente.

— Perdón amor, pero no es fácil tener a Tabitha gritando desde atrás que se hará unos lindos pendientes con mis bolas si no llevo a casa a su agradable amiga que parece que en cualquier momento se va lanzar por la ventana. — respondió un poco molesto mientras entraba al vecindario, bajando un poco su velocidad— Ya, ¿ahora que mierda hago?

— Sigue por esta calle, con las luces bajas. — ordenó la rara, sin apartarse de mi lado haciéndose de la vista gorda con el temblor que controlaba mi cuerpo. — Pasaremos delante de su casa y si está el coche de sus padres, bueno, entonces tendremos que pensar en algo bueno. — dijo con un poco más de calma antes de que sus ojos se posaran sobre mi — Tranquila, confía en nosotros.

— ¿Por qué hacen tanto desmadre porque sus padres están en casa? — preguntó la salchicha alemana mientras giraba en dirección a nosotras.

Él se había sentado en el asiento del copiloto, a lado de su amante que parecía estar demasiado concentrado por manejar lentamente por las calles del vecindario mientras con una mano tamborileaba ansioso con los dedos sobre la pierna de la salchicha alemana y la otra se mantenía en el volante.

La rara ni siquiera me había dado tiempo de pensar en si esta sería una buena idea cuando me empujo a los asientos traseros del automóvil de su ex-amante y ahora mejor amigo.

— Klaus este no es momento para una clase sobre la cultura de nuestro país y el porqué aquí es malo salir sin el permiso de tus padres cuando en Alemania básicamente eres un adulto a los dieciséis años. — gruño la rara mientras miraba por la venta, buscando alguna pista de que nos encontrábamos cerca de mi casa.

Quería hacerles una seña para que se callaran o simplemente bajar del coche aún en movimiento y correr hacía mi casa, esperando lo peor. En realidad creo que me aterraba más la idea de lo que ellos pudieran enterarse si se acercaban demasiado.

Apenas el fraudulento dio vuelta en la esquina pude ver el destello plateado del coche de mi padre, dándome una aterradora bienvenida.

Ellos estaban ahí, esperando por mi.

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