CAPÍTULO 23

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Meses atrás, cuando por primera vez en mi vida me vi cara a cara con el temor de perder todo, un pequeño presentimiento tamborileaba mi corazón durante semanas; intentando alertar del risco en el que estaba a punto de caer

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Meses atrás, cuando por primera vez en mi vida me vi cara a cara con el temor de perder todo, un pequeño presentimiento tamborileaba mi corazón durante semanas; intentando alertar del risco en el que estaba a punto de caer.

Aunque yo siempre lo confundí con la sensación que causaba el estar perdidamente enamorada, creía que eran simples mariposas de mi estómago que se habían extendido por mi torrente sanguíneo. Y ahora, tal vez había pensado que se trataba de la poca felicidad que comenzaba a iluminar mi corazón con esas tardes de risas y esos pequeños momentos de derrota que me sabían a libertad; aunque me negara a aceptarlo del todo.

Podría convencerme de cualquier cosa, pero la realidad siempre me topaba de frente con una sonrisa maliciosa; ansiosa por mi caída.

— ¿Qué le has contado? — preguntó mi madre, por segunda vez haciendo más que claro que su paciencia había salido huyendo tan rápido como pudo.

Apenas había entrado a la casa fui arrastrada por ella, había sido encerrada en la cocina con la mentira de que mis padres necesitaban hablar conmigo acerca de detalles de la vida romántica.

"Nada." respondí enseguida, sin ser capaz de poder ocultar el temblor de en el cuerpo que me provocaban mis padres.

Hace mucho tiempo había dejado de sentir las plegarias como algo verdadero, para mí eran simples palabras que salían al universo listas para convertirse en una coincidencia. Pero, ahora más que nunca, deseaba que se sintieran reales.

Que hubiera algo en mí que me hiciera creer que de verdad estaría bien.

— No nos mientas. — negó él, era la primera oración que pronunciaba y ya me tenía a sus pies, rogando por piedad.

"No le he contado nada, le he dicho que no estoy lista para hablar acerca del por qué desaparecí o por qué soy muda." respondí tan rápido que no estaba segura de si ellos hubieran comprendido.

— Sabes que no puedes decir nada, Adele — señaló mi madre molesta—. No puedes volver a ser egoísta, sabes lo que eso le haría a la familia.

Asentí, derramando un par de lágrimas que brotaban de las fisuras de mi corazón.

— Creo que lo mejor será que te alejes de ese muchacho, se a involucrado demasiado. — respondió mi padre con la voz profunda, haciéndome saber que él ya había dado por ganado todo.

¿Alejarme?

Tyler era por mucho mi escape de esta oscura tempestad, era mi pase directo a Tabitha; quien a pesar de que me costara todo mi orgullo, era lo más cercano que tenía a lo que aún no comprendía, pero me dejaba respirar por un par de minutos.

No era que intentaba aferrarme a ellos, pero si a la sensación de dejar de correr por un segundo. Apenas comenzaba a aceptarla, no quería dejarla ir.

Era como ese pequeño trance, cuando la vida se me escurría de entre los dedos y una parte de mí se aferraba a ella.

Pero esta vez se aferró con demasiada fuerza.

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