Caos.
Era la única palabra que podía describir lo que se estaba viviendo en la escuela; alumnos desesperados siendo llevados a través de los pasillos en dirección al refugio de la escuela, rezando a lo que fuera que le tenían fe para que todos pudieran entrar en aquella pequeña pocilga. Podía escuchar los sollozos de unos y las voces presas del pánico hablando por teléfono asegurándose de que todos sus seres queridos había recibido la alerta y estaban a salvo, mientras que yo era arrastrada por un par de compañeros que se habían tomado demasiado en serio el anuncio que había sonado por toda la escuela.
— Te llevaremos hasta el área donde están los del club de adaptación Adele, no te preocupes. — dijo tabique desviado, un jugador del equipo de béisbol que había sido lesionado la temporada pasada por una pelota.
Emití un pequeño gruñido antes de clavar la mirada al suelo, esperando que la vergüenza que me ocasiona ser escoltada por un par de alumnos hasta el montón de fenómenos terminará.
Jamás había deseado tanto estar dormida como en estos momentos, cuando todo el barullo formado por el pánico entre los adolescentes, las sirenas de advertencia y el dolor de mi espalda estaban a punto de acabar con las pocas fuerzas que me quedaban.
Apenas llegamos al refugio, que no era un cuarto grande bajo el gimnasio que apestaba a humedad y estaba segura de que tenía una que otra rata merodeando por ahí siendo consumida por la rabia, fui arrastrada a una de las esquinas en donde podía reconocer cada una de los rostros que había ahí.
Ni siquiera tenía palabras para describir lo que sucedía con el club de los inadaptados.
Un par de personas se encontraban sollozando en la esquina, entre ellas estaba la pierna de palo y diademas, la niña nueva que parecía que no podía salir de su casa sin una tira que recorriera su cabeza. Pie grande, la chica más alta de la escuela, se encontraba intentando consolarlas pero no estaba teniendo demasiado éxito.
El profesor García apenas prestó atención cuando tabique desviado le dijo que me había traído hasta aquí, pues estaba demasiado ocupado junto con la salchicha alemana intentando calmar al autista que podía jurar que estaba a nada de colapsar. Su pecho se movía lentamente mientras su cuerpo temblaba y se mecía con sus manos cubriendo sus oídos.
— Klaus, ayúdame a llevarlo con las enfermeras él necesita apoyo médico. — anunció el profesor cuando noto que de ninguna manera podía lograr calmarlo.
Mire a mi alrededor, captando todas las miradas que se encajaban en nosotros como si esto se tratara de un espectáculo de entretenimiento barato. Al menos haría que las otras personas se callaran de una vez y dejaran de sollozar.
La salchicha alemana tomó al autista entre sus brazos antes de echarse a andar.
— Tyler, cuida a Tabitha volveré para ver como sigue en unos minutos. — anunció el profesor García antes de echarse a andar detrás de los otros dos.
No pude evitar buscar a la rara con la mirada, esperando que se encontrara riendo como loca o haciendo alguna travesura que acabará con la paciencia del profesor García que entretuviera a los demás y los salvará de sufrir un ataque de pánico.
Porque eso solía hacer ella, intentar hacer más de lo que debía llamando la atención.
Una pequeña punzada de sorpresa atravesó mi pecho de manera fugaz cuando la encontré, sentada sobre el suelo frío de concreto abrazando sus piernas contra el pecho y escondiendo su rostro de los demás.
— Tabitha, tranquila. — dijo el chico que se encontraba hincado a su lado mientras acariciaba su espalda — Vamos nena, no pasa nada solo son un par de nubes dando vueltas por ahí. —
ESTÁS LEYENDO
BUSCANDO A ALEM ✔️
Teen FictionAlem es como una chispa en medio de la penumbra que te hacía despertar del sueño oscuro en el que estabas sumido. Nadie puede imaginarlo sin su sonrisa tirando de sus labios mientras caminaba por las calles de la ciudad, como si en un punto de su hi...