Steve Rogers; mejor conocido como Capitán HYDRA, es la mejor creación de esta organización. Un asesino despiadado sin escrúpulos, que no siente compasión por sus víctimas, así como nada más que odio en su interior... Hasta que la conoce a ella.
Pho...
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El aroma de mi perfume era dulce, bastante suave, le agradaría a cualquier caballero, estoy segura que le agradará a Steve, el maquillaje en mi rostro era sencillo, tomé el vestido que combinaba con mi color de labios, rojos carmesí, se pegaba a mi como una segunda piel, sin mangas, sin mostrar ni un solo milímetro de piel en el pecho, éste largo era hasta las rodillas, tela muy suave y cómoda, una vez que lo tenía puesto, subí el cierre, mi cabello caía sobre mis hombros en ondas suaves, nada exagerado, me veía bastante conservadora.
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—Te ves hermosa —Natasha habló, se encontraba sentada en mi cama viendo como me arreglaba.
— ¿No piensas que es algo exagerado? —dije viéndome en el espejo.
—Phoenix... te ves hermosa —Natasha se puso detrás de mí y me tomó de los hombros —. Combinas con los ojos de Steve.
Reí levemente, los ojos rojos de Steve, su mirada de asesino, como dicen muchos, ya no causaba ningún miedo en mí, supongo que tuve que aprender a dominar a la bestia, y la bestia tuvo que aprender a controlarme a mí.
—Dijo que usaría lentes de contacto, iremos a un restaurante y no quiere que el mesero piense que es un aficionado de los vampiros o algo —nos miramos y luego reímos.
—Tienes mucha suerte sabes... de tener a alguien especial en tu vida.
—Nat, aún no sé si Steve es ese alguien, sólo es una cita, y no tienes por qué hablar de esa manera, que no hayas encontrado el amor no significa que no llegará pronto.
—El amor es para niños...Pero tú no eres una niña, eres una mujer hecha y derecha y puedes hacer lo que quieras. — Sabía que Natasha no quería desanimarme con la cita, o con el tema del amor en particular, no la culpo por ser tan fría tampoco —. Se te hace tarde, y hay un chico esperándote en la sala.
— ¿Qué? ¿Steve está aquí? pero le dije que me esperara en el restaurante —tomé una cartera que hacía juego con mi vestido y salimos de la habitación.
