Steve Rogers; mejor conocido como Capitán HYDRA, es la mejor creación de esta organización. Un asesino despiadado sin escrúpulos, que no siente compasión por sus víctimas, así como nada más que odio en su interior... Hasta que la conoce a ella.
Pho...
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—Sabes... Ahora que vamos a tener un hijo —Steve tocó mi vientre—. Deberíamos pensar qué vamos a hacer —él no dejaba de acariciar mi panza, yo sonreí al verlo de esa manera, tenía ya tres meses y se me notaba un pequeño bulto, Steve estaba emocionado, en las misiones a las podía asistir me cuidaba demasiado, no solo él, si no todo el equipo, la armadura que me había dado Tony la usaba ahora, más que nada para proteger al bebé o la bebé, Thor había regresado de Asgard para traer cientos de regalos para el bebé, de la noche a la mañana la Torre se había llenado de alegría por parte de todos y de paz, pero sabía que esa felicidad no iba a durar para siempre, no cuando le dijera a Steve lo que planeé hacer.
— ¿A qué te refieres?
— ¿Vamos a comprar una casa? ¿Sentaremos cabeza formalmente? ¿Dejáremos los Vengadores...? —su mirada se tornó algo triste al decir eso último, acaricié su mejilla.
—Tú puedes quedarte en S.H.I.E.L.D., yo voy a decidirme a darle una buena infancia a nuestro hijo, como Nick me la dio a mí—respondiste y Steve me miró serio y hablo algo enojado.
—Si te vas yo también me voy, no quiero ser un padre que sale mucho de casa, conseguiré otro empleo... No me importa.
— ¿Tú? ¿Steve Rogers con otro empleo que no sea golpear a tipos malos? — dije con sarcasmo, Steve rio cansado y asintió.
—Cuando tú lo dices suena una mala idea.
—Mira Steve, Tony me ofreció quedarme a vivir aquí con él bebé, los tres, pero no quiero que nuestro hijo forme parte de este mundo, no durante su infancia, pero sé que si nos vamos a otro lado correríamos peligro en todo momento y tendría que dormir con un ojo bien abierto y tampoco quiero eso —continuaste mientras que Steve hizo una mueca al escucharte.
—Lamento tanto haberte embarazado, pero a la vez no me arrepiento. Soy muy feliz—su voz se quebró—. Lo siento, ahora vuelvo —de pronto se puso de pie y salió de la habitación, me quedé en shock por su reacción, no sabía a qué se debía.
—¿Vamos con papá o lo esperamos? —pregunté acariciado mi vientre, lo que sucedió me sorprendió, el pequeño bulto que tenía se movió, no tenía el suficiente tamaño para moverse—¿Qué diablos...? —reí con nerviosismo al sentir que de nuevo se movió, un mechón de pelo cayó por mi rostro, cuando iba a tomarlo para ponerlo detrás de oreja mi mano se prendió en llamas, mi corazón comenzó a latir rápidamente y los nervios se apoderaron de mi— ¿Phoenix? —murmuré y la llama se intensificó y logré controlarla como antes solía hacerlo, el asombro se apoderó de mí, las lágrimas de felicidad bajaban por mi rostro, levanté mi otra mano, mentalmente me concentré para crear fuego como en el pasado y así fue, mi otra mano se prendió en llamas azules al igual que la otra—¡¿Por qué son azules?! ¡Eran Rojas! —apague el fuego y toqué mi vientre—. Eres tú, ¿verdad? —me refería al pequeño ser que crecía dentro de mí.
