𝟸𝟺. 𝙽𝙰𝙲𝙸𝙼𝙸𝙴𝙽𝚃𝙾

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🅱🆁🅰🆂🅸🅻𝟸𝟼 𝑑𝑒 𝑗𝑢𝑙𝑖𝑜 𝑑𝑒 𝟷𝟿𝟿𝟸

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🅱🆁🅰🆂🅸🅻
𝟸𝟼 𝑑𝑒 𝑗𝑢𝑙𝑖𝑜 𝑑𝑒 𝟷𝟿𝟿𝟸

La lluvia era intensa, los rayos caían por todas partes, Emilia Johnson tenía miedo de que un rayo la partiera a ella en dos. Corría por la selva para llegar a la base de HYDRA lo más rápido posible, todos habían muerto en la guerra contra S.H.I.E.L.D, había bajado de su vehículo lo más rápido posible y huido, si los agentes de S.H.I.E.L.D la encontraban la matarían, a ella y su pequeña que aún llevaba en el vientre.

— ¡Ah! —Emilia sintió una contracción en su vientre, era tan dolorosa que le hacía querer sentarse, pero no podía, no ahora—. Ahora no, bebé... por favor —Emilia tocó su vientre y siguió su camino.

No tardó mucho cuando la siguiente contracción le atacó. La bebé venía en camino. Los gritos de Emilia se disfrazaban con los rayos y truenos que caían por la tormenta, Emilia no aguantó más y se tendió en el suelo, sacó su ropa interior y pujó lo más fuerte que pudo para dar a luz.

La madre primeriza había perdido la noción del tiempo al estar en trabajo de parto, lo que fueron treinta minutos para cualquier persona, para ella fue una eternidad, Emilia por fin había dejado de gritar, la pequeña había llegado al mundo, la tomó en brazos y la refugió de la lluvia, había un problema, la pequeña no lloraba, tampoco respiraba.

—No... ¡No! ¡Phoenix, mi vida, no! —Emilia gritaba desconsoladamente, su bebé ya estaba muerta, Emilia escuchó balazos a sus espaldas y tomó una decisión que haría que se odiara a si misma por el resto de su vida, tomo una gran hoja de palma y dejó el cadáver de la pequeña Phoenix ahí, salió corriendo, pero así como Emilia había tomado una decisión esa noche, Phoenix también... sus pequeños pulmones y corazón comenzaron a trabajar, tomó una gran bocanada de aire y gritó, de su boca salió una bocanada de fuego incendiando parte de la selva, su pequeño cuerpo se prendió en llamas, pero no le dolía. Emilia se detuvo en seco al oír los llantos de su hija, se giró y corrió por ella. Al llegar encontró a la bebé bañada en cenizas y unas cuantas flameantes llamas a su alrededor, corrió de nuevo con ella en brazos hacia la base de HYDRA entrando en su entorno sano y salvo.

— ¡La esposa del jefe está aquí! —un agente gritó al ver a Emilia — ¡Rápido! ¡Una camilla! —ordenó.

Emilia cayó de rodillas sin dejar de sostener a su bebé en brazos. Los médicos llegaron llevando a ambas a un chequeo. Las horas pasaron y Emilia no soltaba a su bebé, la había alimentado y cantado, amaba cantarle.

— ¡Emilia! —un hombre de cabellos chinos, piel morena, bronceada y ojos verdes entraron en la habitación, corrió hacia Emilia y al ver a la bebé su corazón se derritió—. Ella... ¿ya nació? —su voz se quebró, Emilia asintió con felicidad y le entregó a su hija.

—Si amor, nuestra hija está aquí, con nosotros, está sana y salva —el hombre besó a Emilia y la frente de su bebé.

—Mi pequeña Phoenix, te prometo que nada te va a faltar... y no correrás peligro aquí... mi princesa —el padre besó la frente de la pequeña para así cerrar su promesa.

Ꮯꭺꮲꮖꭲꭺ́ɴ ᎻᎽᎠᎡᎪDonde viven las historias. Descúbrelo ahora