𝟾. 𝙻𝙰 𝚅𝙴𝚁𝙳𝙰𝙳

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STEVE.

— ¿Señor Rogers?

La ayudante de la funeraria me sacó de mis pensamientos, mis lágrimas caían y no cesaban, Sharon, mi mejor amiga, mi hermana, la única persona que tenía se había ido y todo por mi culpa.

— ¿Si? —me puse de pie y la miré, es sus ojos había lástima, pero entonces me pongo a pensar que así mira a cada persona en esta maldita sala de espera.

— ¿Desea cremar el cuerpo? —preguntó con delicadeza y de sólo pensarlo me estremecí, no quemaría a Sharon.

—No, sólo limpié el cuerpo, es todo —ella asintió y me dejó solo de nuevo.

Ya había arreglado todas las cosas para el funeral, desde el ataúd, hasta el cementerio, estos dos días eran los más difíciles, para mí, Phoenix al igual que Sharon, que ya no estaba, vivía mal sabiendo que ella huyó odiándome y Sharon se había ido con mi secreto a la tumba.

La funeraria me había entregado el cuerpo de Sharon en la tarde, un día después de su muerte. Estaba en un salón con su ataúd y una foto de ella, sus amigos del hospital la habían venido a despedirse pero nadie se quedó tanto tiempo como yo.

—Lo siento mucho Steve —escuché la voz de Aaron y sentí su mano en mi hombro.

—Murió por mi culpa —dije entre lágrimas, mis manos estaban en el ataúd, no me quería desprender de ella, no podía y no quería dejarla ir.

—No fue tu culpa Steve —Aaron se agachó y colocó a un lado de mí—. Eso es lo peor que puedes hacer... culparte, a Sharon no le gustaría que hicieras eso.

—Ellas nunca van a perdonarme por lo que les hice —mi voz se quebró.

— ¿Ellas? Steve, ¿de qué hablas? —cuestionó sin entender.

—De Phoenix y Sharon, las destruí —yo lloraba desconsoladamente, me sentía como la peor escoria del mundo.

— ¿Qué tiene que ver esto con Phoenix? Pensé que la odiabas —dijo y reí levemente.

—Ojala pudiera odiarla... todo sería más fácil, si la odiara nada de esto hubiera pasado, Sharon no habría muerto.

Todo estaba en silencio, Aaron ya no hablaba y lo entendía, yo tampoco sabría que decir en ese caso.

—Es hora —dijo un hombre detrás de mí.

Sabía lo que significaba, era hora de dejarla ir. Tomé la foto de Sharon y la miré, los ayudantes de la funeraria tomaron el ataúd y salieron del edificio rumbo al cementerio, el cura ya estaba y únicamente éramos unos amigos de Sharon y yo. La despedida terminó y enterramos a Sharon, coloqué su foto y el ramo de flores que le había traído en la tumba, Aaron colocó sus flores y se quedó un rato más conmigo. La noche cayó y yo aún seguía frente a la tumba de Sharon, mirando su foto.

—Increíble que ya no estés conmigo —pasé mis dedos por su foto—. Te extrañaré tanto Sharon... Perdóname... te lo ruego —volví a romper en llanto—, te-te prometo que esto no se va a quedar así.

Me puse de pie y salí del cementerio, subí a mi auto y manejé a casa. Al entrar la señora Jones me dio sus condolencias, era una dulce anciana, la apreciaba mucho, siempre que su refrigerador se averiaba yo lo reparaba, al igual que su fregadero, ella siempre nos daba a mí y a Sharon un pastel de frutas en navidad, era lo mejor. Subí a mi piso y vi la puerta de Sharon, entré mi departamento y tomé el traje de S.H.I.E.L.D. de Phoenix y regrese al departamento de Sharon. Me había desecho del localizador de Phoenix y lo había mandado muy lejos, ella tenía algo que me interesaba y estaba en su traje.

Ꮯꭺꮲꮖꭲꭺ́ɴ ᎻᎽᎠᎡᎪDonde viven las historias. Descúbrelo ahora