Tres meses de estar casada con un hombre que nunca estaba en casa, Josè Luis había dejado claro que no le interesaba en ningún sentido. Ella vivía en la mansión de su esposo mientras el residía en la quinta avenida su departamento de soltero.
Altagracia había dejado claro que su mayor deseo era trabajar y ser independiente al día siguiente, y su esposo había echado chispas por los ojos alegando que su esposa no necesitaba trabajar, todavía podía recordar la última vez que lo vio antes de irse y dejarla sola, otra vez sola viviendo en una jaula de oro completamente infeliz.
(…)
Altagracia bajo de su cuarto con un vestido conservador celeste que le llegaba hasta las rodillas, un moño apretado, estaba decidida de volver hablar con su esposo sobre el querer trabajar.
Bajo las escaleras, y fue hasta el despacho de su esposo, tocó tres veces hasta que tuvo una respuesta seca.
- adelante -se escuchó́ la voz gruesa.
Abrio la puerta y entró con un poco de nerviosismo, cerró las puertas con cuidado y volteo a ver a su guapo esposo.
- ¿podemos hablar? -dijo mirándolo.
El alzó una ceja y le indicó que tomara asiento en la silla frente de él, llegó y se sentó recatadamente, respiro profundamente antes de decir lo que tenía que decir pero su boca no estaba en sintonía con su cerebro.
- voy a trabajar -soltó de repente.
Jose Luis la miro serio sin pizca de humor, maldiciendose mentalmente, no se retractó, lo miró con expresión neutra esperando su respuesta. Aprendió a ocultar sus emociones por su padre él consideraba que eran debilidad y si ella lo mostraba era castigada por ello.
- mi esposa no tiene necesidad de trabajar -fue la respuesta de él.
- pero yo si quiero -contraatacando ella sin pensarlo.
- pero yo digo que no y esa es mi decisión -la miro enojado.
- ¿porque? ‐preguntó ella.
- estás aquí como pago por las deudas de tu familia, no necesitó que mi esposa.... -dijo agriamente la última palabra- sea vista trabajando en no se que...
Ella se enojo, no iba a permitir que la encerrara como un criminal en aquella casa, lo miro con enojo y él alzó una ceja en símbolo de interrogación.
- voy a trabajar con o sin tu permiso -declaró ella levantándose.
- no me retes Altagracia -se levantó enojado y la miró severamente como lo hacía su padre, ella dio un paso a atrás por instinto.
- pero yo quiero... -lo miro con suplica cosa que no sirvió.
- no y esa es mi respuesta, si lo haces atente a las consecuencias con tu familia -graznó el- si quieres entretenerte puedes remodelar la casa, a fin de cuentas vivirás aquí.
Fue un golpe bajo, si lo contradecía él sería capaz de hacerle algo a la empresa de su padre y ella tendría a su papá encima diciéndole lo estúpida que era y la golpearía, no quería, Juvenal era un hambre de carácter y no le importaría golpearla aún estando casada.
Bajo la mirada y salió del estudio de su esposo con lágrimas en los ojos, le marcó a su suegro que no trabajaría, él le preguntó por qué́ sólo le había dicho que quería disfrutar de su recién esposo y matrimonio, una vil mentira.
(…)
Tomó un sorbo de su taza de café, dejó que la brisa cálida del mar azov bañara su rostro pálido, Magda era muy amable con ella y la había ayudado en remodelar la casa, eso ocupó su tiempo para no pensar en su miserable vida, si salía tenía que estar rodeada de guardaespaldas por su protección no le gustaba pero Jose Luis lo había dejado claro y era una orden que no podía ser rota o habría cabezas rodando literalmente.
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Convenientemente amandote.
PoesiaQue pasa si te obligan a casar y sales de ti vida llena de dolor y este matrimonio termina por destruirte, se podrá superar tanto dolor? Historia adaptada a Navagracia