Qué tal si te enamoras de las locuras
Qué tal te haga falta una noche divertida, qué tal que sea yo el portador de tu alegría, qué tal que estamos juntos por el resto de la vida..
Ese dia no podría ser peor, iría a la casa de las víboras familia de José Luis, lo único que le alegraba era que podría ver a su suegro quien sin duda alguna confiaba en sus capacidades.
Habían acordado que ella entregaría la USB con los planos de un proyecto de casas ecológicas que quería realizar el señor Navarrete en unos terrenos baldíos que tenía en su natal México, con la esperanza que su esposo le apoyara, creía que podría ir algún día a su país y ser la profesional que siempre soñó.
La actitud de Luis no cambio ni en la cena y mucho menos en el desayuno, estaba metido de lleno en sus proyectos y manejos de su propia empresa, al parecer él no tenía ningún interés por el ámbito de la construcción.
Por momentos ella sentía que la observaba de reojo, pero después seguía con su lapto y no la determinaba más.
(…)
La limosina transcurría por la carretera con tranquilidad, José Luis estaba centrado en la laptop realizando trabajo. Apoyó la cabeza contra el vidrio de la puerta y se centró en ver el paisaje, minutos más tarde la limosina doblaba para las residencias de la elite rusa, las enormes casas, blancas y pulcras, por no decir frías y austeras.
Los nervios la atacaron cuando fueron acercándose a la mansión Navarrete, cuando el carro paró ella sentía el estómago revuelto, lo último que deseaba era estar ahí con su suegra y sus cuñadas.
El chofer le abrió la puerta, respiro hondo y salió. Se acomodó la blusa de franela holgada y su pantalón de algodón de color salmón, se ajustó el sombrero de paja floreado y le dio una sonrisa al chofer.
Su esposo comenzó a caminar sin ella por lo que lo siguió, no había vuelto hablarse desde que los padres de José Luis fueron a visitarlos, entonces no veía porque tendría que entrar con el en brazos y como una pareja feliz.
Corrió hasta llegar a su lado, subieron los escalones de mármol blanco, llegaron una enorme puerta de roble doble, esperaron un minuto y la puerta se abrió, un hombre de mediana edad les daba la bienvenida.
— señor y señora Navarrete —saludo el hombre con cortesía.
Entraron a la reluciente casa, decorada al estilo clásico, una mesa en el centro decorada por un florero con lilas y un mantel que cubría la madera oscura de la mesilla. Cuadros clásicos de pintores famosos, una alfombra Indonesia de vívidos colores que contrarrestaban al color blanco de las paredes.
Dos hombres se llevaron sus maletas mientras el señor que les había abierto la puerta les indicaba que fueran al salón de visitas donde estaba el monarca de la familia.
Su suegro y a pesar de su edad avanzada los saludo alegremente, se acerco a ellos … no sin antes presentarle a Altagracia su socio el señor Aristóteles Onassis quien la recibió y ale dio un abrazo fraternal … diciendo que era una mujer hermosa.
Jose Luis, la rodeo por la espalda como s estuviera marcando territorio y atino a decir que si, que era la mujer perfecta, con la que siempre soñó.
Maldito mentiroso, dijo Altagracia en voz baja … pero el señor Aristóteles le alcanzo a leer los labios.
Altagracia se alejó de los tres hombres cuando comenzaron a hablar de trabajo que ella quería entender, pero se sentía como bicho raro, los escucho pasar del inglés al ruso y viceversa.
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Convenientemente amandote.
PoesiaQue pasa si te obligan a casar y sales de ti vida llena de dolor y este matrimonio termina por destruirte, se podrá superar tanto dolor? Historia adaptada a Navagracia