Tercer libro de "Distorsión".
Portada hecha por la asombrosa @SaraBsMha (¡Gracias ^o^!)
El futuro puede alterarse, el destino ha sido decidido y un nuevo camino se abrió desde el momento en que todo comenzó. Una nueva superheroína y nuevos retos que...
Estábamos enfrentando al quinto villano akumatizado de la semana, y yo ya estaba harta de tanto malulo por las calles. Como era costumbre, la Torre Eiffel se había caído. Y lo que más me irritaba era que Chat y Ladybug discutían cada vez más sobre la falta de seriedad del rubio.
—¡La bromita esa para impresionar a ______ casi nos cuesta el plan! ¡Aish, Angel dile!— Me miró con el ceño fruncido señalando a mi novio.
—Ma chère, dile que está siendo una amargada— señaló a la chica motas.
Los miré irritada. —A la mi*rda esto, yo me piro de aquí— extendí mi resorte y me largué de ahí lo antes posible.
—¿Ves? ¡La espantaste!— Ambos se recriminaron.
Rodé los ojos. Llegué a mi balcón y me destransformé, seguido a eso, me lancé a mi cama. Angiee se sentó sobre mí.
—¡Uuuuugh!— Bufé contra mi almohada. —Últimamente esos dos no se están llevando bien y no solo entorpecen mi trabajo sino que el suyo— me quejé.
—Es normal que suceda eso en un equipo. Creo que el hecho de que te les hayas unido cambió la dinámica— opinó.
—Shish, gracias por decirme que yo soy el problema— alcé mi rostro con una expresión molesta.
—¡N-no! Me refiero a que Chat quiere impresionarte y Ladybug no quiere defraudarte— aclaró.
—Pero ya los he visto cuando son vulnerables ¿por qué quieren que todo salga perfecto a la primera? ¿Será que al inicio los puse en un pedestal del cual temen bajar?— Comencé a analizar la situación más a profundidad, casi filosofando.
Ella negó. —No eres la única, toda la ciudad los puso en esa situación... Y ahora, tú estás ahí con ellos— dijo. Me apoyé en mis brazos para levantar mi torso y sentarme con las piernas cruzadas, Angiee se sentó sobre mi rodilla. —Todos los ven desde abajo, pero tú, desde el inicio estabas junto a ellos, por tu emoción e imprudencia, pero siempre con buenas intenciones— sonrió.
Imité su gesto. —Deberías ser la kwami de la filosofía, voz misteriosa— solté una risa al decir lo último.
—¡H-hey!— Me pellizcó con una expresión divertida.
Al día siguiente en la escuela, ignoré a Marinette y a Adrien. Odio cuando me hacen escoger bando cuando pelean. ¿Quién tiene la culpa? No soy yo para decir... (Son como niños) resoplé sin poder contener una diminuta sonrisa por el gran cariño que les tengo.
