Cuatro años después...
Los Ángeles. Centro de convenciones Marylin Coast- Entrega de los Premios Nacionales de Ciencia, Estudio y Salud.
El enorme y lujoso lugar estaba abarrotado, todos los asientos, de arriaba abajo en el gran teatro, ocupados. La ceremonia de premiación sucedía todos los años para conmemorar a las personas que marcaban la diferencia en los estudios, investigaciones y descubrimientos en el mundo de la ciencia y la salud, sin embargo, este año sería diferente, muy diferente. Cadenas televisivas de todo el mundo ya tenían sus cámaras colocadas y encendidas, listas para transmitir al mundo todo lo que allí acontecería. Las expectativas eran tan grandes que incluso los corazones dolían. Esa noche, con toda seguridad, quedaría para siempre grabada no solo en los recuerdos y almas de toda la población, sino también en la historia mundial. Y eso solo era el comienzo para la joven, hoy con veintiséis años, que estaba a punto de subir a aquel escenario y recibir su más que merecido premio.
–¡Señoras y señores!–comenzó el maestro de ceremonias diciendo al micrófono, trajeado elegantemente con un esmoquin, en el escenario. Sujetaba en sus manos una hermosa placa adornada en oro con el nombre y el hallazgo de la homenajeada –¡Tengo el honor de presentar el momento más esperado de la noche! Reciban con todo el amor a esta joven, que con su increíble inteligencia y dedicación, nos ha hecho un descubrimiento maravilloso e inolvidable para la humanidad: la cura para algunas de las dolencias más terribles y tristes que existen en nuestro planeta: el Alzheimer y la Esclerosis Múltiple. Dos enfermedades que por tanto tiempo han masacrado a los seres humanos, sin esperanza de curación, ¡pero ahora, eso se ha acabado! Su nombre entrará en la Historia. Por favor, reciban con los más merecidos aplausos a: ¡Clarissa Lambertt!
Y Clarissa caminó desde el fondo del local hasta llegar al escenario, encantada y maravillada con tanta gente que la aplaudía de pie, gritaba su nombre y la ovacionaba. Ya estaba plenamente emocionada cuando saludó al anfitrión. Siempre hermosa, la joven estaba aún más deslumbrante con su traje de gala: un vestido largo, rosado y dorado, con los cabellos caídos y ondulados sobre los hombros. Y lo que más llamaba la atención en la bella mujer: la barriga enorme, evidente señal del embarazo. Pronto Clarissa daría a luz a trillizos, hijos de la Reina Regina.
Más emotivo que sentir todo el cariño de los aplausos generales era recibir los aplausos de las personas que amaba, todos allí presentes, en sitios VIPS, reservados en primera fila: su esposa, la Reina Regina, que lloraba muy emocionada al lado de sus dos hijas, Clarissa y Scarlet, hoy con siete años de edad. Y allí estaban también, lado a lado, en la misma fila: Emma Swan y Regina Mills. Regina sujetaba en sus brazos a la pequeña Hope, hoy con casi cuatro años de edad. Y en orden venían Henry Mills, Zelena con Robin, con seis años, Blanca con Neal, también de seis años, David, Belle con su hijo Gideon, también de seis años, y Gold. En el lado opuesto, cerca de la Reina Regina, estaban el padre de Clarissa, el rey Markus, con su rostro bañado en lágrimas, y los otros dos reyes, Edward y Dulce. Elegantes en sus hermosos vestidos, todos aplaudían y silbaban emocionados por la conquista de Clarissa.
ESTÁS LEYENDO
Dulces deseos
FanfictionEn medio de la falsa paz en la que Storybrooke se encontraba tras el regreso de todos del Inframundo, Emma Swan comienza a sufrir terribles pesadillas, ataques y visiones, que la alertan de algún peligro. ¿Será real? ¿O solo su mente jugándole una m...