Felices recomienzos. Parte I. Una nueva vida

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Llegamos al penúltimo capítulo. Espero que os guste. Una advertencia: mantened la mente abierta, y recordad que es un fic con magia.

Casi un año después

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Casi un año después...

Aquel que visitara Storybrooke y el Bosque Encantado en este casi año transcurrido desde el matrimonio doble de Emma y Regina, y la Reina Malvada y Clarissa, con toda seguridad sacaría una única conclusión: que no podrían existir lugares en el mundo donde la paz, la armonía, la unión y la felicidad reinaran más.

Y eso era así con todas las palabras, una maravillosa verdad después de tantos desafíos y turbulentos enfrentamientos en los pueblos del mundo mágico y no mágico. En este casi año, muchas cosas cambiaron, pero lo más importante, lo que estaba bien, siguió bien.

Con la ayuda prometida de Emma, Clarissa y la Reina Regina consiguieron documentos oficiales e identidades que les permitieron vivir con normalidad como cualquier otro ciudadano del mundo no mágico, con todos sus derechos y deberes. Como el nombre de Regina Mills ya existía, era el de la alcaldesa de Storybrooke, la Reina Regina modificó el suyo a Regina Lambertt, apellido de Clarissa y su familia. No fue difícil hacerlo, pues también su matrimonio fue documentado y oficializado en el registro americano. Y Emma también cumplió con su promesa de cederles de corazón y agrado su apartamento de Boston para que las dos vivieran y recomenzaran sus vidas en este mundo en el que Clarissa quería crear lazos y enraizarse. Tras un tiempo, aunque a regañadientes, Emma se vio obligada a aceptar que Clarissa le pagara algo del alquiler, pues la joven princesa era testaruda, ella quería pagar por lo que disfrutaba, y ser justa.

En cuanto se instalaron en el apartamento, Clarissa se inscribió en la universidad de Boston, y esperó con ansias la carta de aprobación o rechazo. Y, un mes después, la tan esperada respuesta: había sido aceptada. Fue una noche celebrada con vino y la lasaña de Regina alcaldesa, en la casa de Storybrooke. La joven no cabía en ella de felicidad y su esposa tampoco, viéndola a ella tan feliz. Era grande la ansiedad por que comenzaran las clases. Clarissa iría a estudiar su carrera tan deseada, y que desde hacía tiempo, desde que leía sobre este mundo, quería: Biomedicina. Ella quería ayudar a encontrar la curación para diversas enfermedades que asolaban a la humanidad, estudiando, además de las asignaturas de la facultad, algo más, pues la joven pretendía buscar la mínima magia que pudiera existir en este mundo, escondida en cualquier lugar, como plantas, flores, árboles, tierra, químicos, y tantas otras cosas. Tenía la plena certeza de que este mundo poseía muchas riquezas mágicas, y que unidas a la ciencia tan avanzada que aquí ya había se podía alcanzar cosas y victorias inmensurables. Y Clarissa estaba dispuesta a marcar la diferencia.

Las clases comenzaron y Clarissa, como ya era de esperar, era una de las mejores alumnas de su grupo. Dedicada, estudiosa y atenta. Se la consideraba una gran promesa del mundo científico. Su capacidad de rápido raciocinio e inteligencia dejaban a todos los profesores con la boca abierta. Poseía las mejores notas y los mejores trabajos prácticos de campo. Y su búsqueda de esa ínfima magia ya había comenzado también. En cada canto, en cada pedazo de tierra o planta, en cada sustancia química que estudiaba en el laboratorio de la universidad, a través del microscopio y de pruebas, Clarissa no dejaba pasar detalle o descubrimiento, y todo, exactamente todo, era cuidadosamente anotado para posteriores estudios y exámenes.

Dulces deseosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora