Savior

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Bosque Encantado

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Bosque Encantado...

De regreso al palacio de Regina, la reina, Fiona y Clarissa se pusieron de acuerdo en comenzar a pensar rápidamente en algún plan para robar la espada Himperius de manos de la Salvadora en cuanto Fiona ya tuviera plenos poderes para poder viajar libremente por los reinos mágicos y no mágicos, pudiendo transportar a Regina y Clarissa junto con ella. Solo un tiempo más de tratamiento, y Fiona ya podría conseguirlo. Aún se encontraba escondida de todo y de todos en los reinos de fuera, su regreso había sido ocultado cuidadosamente y guardado solo en palacio. Los que conocían su presencia estaban bajo fuerte amenaza y vigilancia para que mantuvieran la boca cerrada. Cuando salía, Fiona usaba un hechizo que cambiaba su fisonomía. La intención de Regina y Fiona era forjar una espada falsa idéntica a la Himperius y dejarla en el lugar de la verdadera, invalidando así la posible muerte del Hada cuando llegase el momento de la Batalla. Y la guerra estaría ganada y en la palma de su mano.

Durante varios días, la reina Regina se maldijo a sí misma por haber sido tan tonta como para no haber pensado en averiguar antes el paradero der la espada Himperius. Pasada la rabia, las tres mujeres comenzaron con algo que ya llevaban un tiempo pensando: un arma para que Fiona luchara contra Emma en la gran Batalla Final. No podría ser cualquiera arma, tenía que ser una espada a la altura de la Himperius, con la magia necesaria para que pudiera extraer y aprovechar hasta la última gota de sangre de la Salvadora, pasando a las dos cada partícula de su poder.

Y así nació la espada Savior, llamada a propósito la Espada "Salvadora". Tras mucho buscar a los mejores magos, hechiceros y estudiosos de la Oscuridad que existían en ese momento en el mundo donde se hallaban y también con la ayuda de sus propias magias, la bellísima espada fue forjada en las profundidades más oscuras del reino sombrío de Catalamar, temido lugar donde los mayores maestros de las artes del mal se reunían para intentar grandes hazañas y forjar armas peligrosas y letales. Y allí, en aquellas cavernas profundas y antiguas, la Espada Savior, preparada y destinada a matar a la Salvadora aprovechándose de su última gota de sangre y poder, destinada a rasgar hasta la última capa de su carne, ganó vida y fue entregada directamente a las manos de Fiona, que estaba acompañada por Regina y Clarissa. Los ojos de las tres brillaron y todas sonrieron al ver a Fiona blandir la peligrosa e imponente espada en sus manos. Hoja dorada y extremadamente afilada, empezaba siendo gruesa y terminaba afilada. La empuñadura era marrón, adornada con insignias que recordaban pequeños rostros en agonía y dolor. En la hoja, aparecían las siguientes palabras, y Fiona leyó en voz alta:

"Que la Espada Savior sea erguida

Provocando en la Salvadora gran herida

Sabed empuñarla y matarla sin temer

Y así tomaréis posesión de todo su poder"

Todas se echaron a reír de forma diabólica

˗Ahora volvamos...Ya tengo un lugar en el palacio, hechizado y preparado para recibir a esta preciosidad...Nadie conseguirá acercarse a ella a excepción de una de nosotras. Descansará en ese cuarto hasta el día en que su presencia sea requerida en la deliciosa misión de ser hundida profundamente en el corazón de Emma Swan...˗la Reina Regina dijo y se echó a reír de forma aún más fría, siendo acompañada por Clarissa y Fiona en unísono.

Stoyrbrooke, tienda de antigüedades de Gold...

Gold analizaba y analizaba la bella espada Himperius con admiración. A su lado, estaba Belle, mostrando ya una ligera protuberancia abdominal, señal de su embarazo, sonriéndole a Regina, Emma y Zelena, que estaban frente a ella. Henry también estaba allí entre sus dos madres, orgulloso, rodeado por los brazos de las dos.

˗¡Es realmente una bella espada...Forjada a la perfección y con una magia de un poder que va más allá de lo que podamos imaginar!˗decía Gold, pasando su mano por la hoja reluciente y plateada ˗Sí, vamos a protegerla...Habéis hecho muy bien en acudir a mí. Regina...Sabes que tu otra mitad ha creado habilidades más allá de los límites y poderes mayores después de haberse separado de ti. También sabes que si ella aparece aquí, en Storybrooke, en cuanto tenga la posibilidad la va a hallar con facilidad, pues según ha contado la señorita Swan de lo que le fue revelado en las sesiones, la reina posee unos sentidos muy agudizados...Un hechizo de invisibilidad no será suficiente, y no podemos esconderla en una lugar cualquiera.

˗Sí, Rumple, lo sé...˗respondió la morena ˗Y por eso hemos venido hasta ti...Sé que tú posees ingredientes poderosos para hacer realizar un Hechizo de Protección de Sangre. La única manera de que la Reina Malvada no pueda descubrir dónde está la espada es esconderla tras un hechizo que contenta su mayor debilidad. Y la mayor debilidad de ella aún soy yo, de momento sigue siendo su dependencia de mí. Como ese hechizo también produce la invisibilidad, Nadie podrá encontrarla, ni Fiona, ni Clarissa, ni nadie. Sabes lo que hay que hacer...

Gold asintió. Regina había dado en la diana, ese era precisamente el hechizo que necesitaban hacer, y él poseía todos los ingredientes y la habilidad para llevar a cabo algunos hechizos que envolvían sangre. El hombre se dio la vuelta y entró en la parte de atrás de la tienda, regresó con un frasco vacío en sus manos y una pequeña navaja. Pidió la mano de Regina, ella cedió poniendo una mueca y girando el rostro hacia un lado. Emma la abrazó por los hombros incentivándola y Henry y Zelena también estaban ahí, sonriéndole. Gold realizó un corte relativamente profundo en el lateral de su mano, dejando que varias gotas de sangre cayeran dentro del frasco. Cogió una buena cantidad y lacró el vidrio, y fue a guardarlo inmediatamente en la parte de atrás. Al regresar, pasó su mano por la herida abierta en la mano de Regina y con una luz transparente, la herida se fue cerrando, como si nunca hubiera habido un corte.

˗¡Listo! Está hecho. El hechizo estará listo en dos días...Traed la espada y una urna de vidrio para guardarla, y usaremos el hechizo. Id pensando dónde esconderla en cuanto sea invisible y esté protegida dentro de la urna de vidrio.

Y así fue hecho. Dos días después, Emma y Regina volvieron a la tienda de Gold con la hermosa espada Himperius y una urna grande de vidrio. Gold cogió el líquido viscoso de color burdeos que se encontraba dentro de un frasco mediano y lo abrió. Era el Hechizo de la Protección de Sangre, elaborado con la sangre de Regina. Al abrirlo, el líquido se fue evaporando en un remolino de humo del mismo color, se detuvo formando una gran nube encima de sus cabezas y lentamente fue descendiendo y envolviendo a la poderosa espada con círculos lentos y suaves, hasta que el arma comenzó a desaparecer, primero la empuñadura, que se encontraba en la mano de Emma, y enseguida fue el turno de la hoja hasta alcanzar la punta. El Hechizo de la Protección de Sangre rodeó por completo el arma hasta hacerla completamente invisible a ojos de todos, y el humo también desapareció. Emma continuaba agarrando la Espada por la empuñadura, pero nadie la veía. Solo podían sentir el objeto si lo palpaban.

Las dos mujeres le dieron las gracias a Gold y salieron con la Espada ya bien puesta dentro de la urna de vidrio, la cubrieron con un paño marrón y partieron en dirección al escondrijo que habían escogido para guardar arma tan importante: el Mausoleo de Regina, en un agujero secreto camuflado en el frío suelo, y que solo podría ser abierto con un hechizo específico y una contraseña secreta, que la morena solo compartió con Emma, Zelena, Belle y Henry. Todo estaba correcto: la gran espada Himperius reposaba solemnemente en aquella construcción bajo el suelo, apenas esperando el momento de ser solicitada y empuñada para su misión: matar al Hada Negra y librar a los diferentes mundos de sus planes y maldades. 

Dulces deseosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora