Un secuestro, una prisión y una aparición

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Belle estaba entrando en la decimoséptima semana de gestación

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Belle estaba entrando en la decimoséptima semana de gestación. La barriguita era aparente, pero aún sin trazos de la enorme barriga que en breve despuntaría. Era un día normal de trabajo en la biblioteca cuando, de repente, la joven comienza a sentir fuertes dolores y agónicas punzadas en el bajo vientre. Estaba sola trabajando en la organización de algunos libros en las estanterías elevadas, con sus pies en un banquito, cuando el primer pinchazo de lacerante dolor la golpeó como un rayo, haciendo que soltara un grito y casi cayera de donde estaba. Con mucha dificultad para andar, descendió del banco, agarrándose fuertemente la barriga, encorvada. El dolor era tal que no conseguía ponerse derecha, y el miedo y el pánico ya invadían su mente.

–¡Dios...Mi hijo...No! ¡Por favor, Dios, no! ¿Qué está pasando? ¡AHHHHHH!–gritó al sentir otro pinchazo atravesarle la carne, mientras pequeñas gotas de sudor le resbalaban por la cara y el cuello, su respiración totalmente irregular. Consiguió llegar al teléfono con mucha dificultad y marcar un número.

–¿Diga?–Emma atendió al otro lado de la línea, en la comisaría

–Emma...Soy Belle...Por favor...Yo...¡Necesito ayuda urgentemente! Rumple no está en la ciudad, hoy tuvo que ir a hacer algunas compras a otro lado y...¡AHHHHHH!–Belle balbuceaba y gritó en agonía, Emma se asustó con el grito y su nítido desespero, poniéndose en pie inmediatamente.

–¡Belle! ¡Cálmate! ¡Dime que ha pasado! Ya salgo a buscarte....–la rubia comenzó a ponerse la chaqueta roja.

Cuando Belle iba a empezar a resumir lo que estaba sucediendo, se quedó paralizada en el sitio, tomada por el pánico. Sus ojos casi se salen de sus órbitas al constatar que, en esos pocos minutos que habían pasado, su barriga ya estaba enorme, a punto de dar a luz. El bebé comenzó a moverse incontrolablemente dentro del vientre pidiendo paso para venir al mundo, mientras Belle rompía aguas, mojando todo el suelo de la biblioteca.

–¿Belle? ¡BELLE!–Emma gritó del otro lado al percibir solo silencio y la respiración pesada y descontrolada de su amiga.

–Emma...No hay tiempo para explicar, tienes que verlo por ti misma...¡Ven rápido, por favor! Algo muy grave me está sucediendo a mí y a mi hijo...


Mientas Belle gritaba de dolor en la camilla, cuando era llevada a la sala de parto del hospital de la ciudad, Emma apretaba su mano e intentaba pasarle confianza.

–Cálmate, amiga...¡Vas a tener a este bebé! Después descubriremos por qué tu embarazo se ha adelantado de esta manera...

Belle asintió en mitad de fuertes dolores de contracción, apretó una última vez la mano de Emma, y un instante después, desapareció dentro del quirófano solo con el doctor Whale y las enfermeras.


Tras un parto muy difícil, Belle ya se encontraba calmada y tranquila en el cuarto del hospital, acariciando y acunando al bebé que había acabado de nacer. Sonreía bobaliconamente a su hijo. Emma y Regina llamaron a la puerta, entrando enseguida y caminando hacia la morena que sonrió para ellas.

Dulces deseosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora