Querida hermana

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Poco tiempo después de almorzar con Henry, Regina decidió ir a casa de Zelena

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Poco tiempo después de almorzar con Henry, Regina decidió ir a casa de Zelena. Necesitaba conversar con ella, desahogarse y compartir sus aflicciones. Sabía que la hermana no la juzgaría, habían desarrollado una relación muy fuerte, y verdaderamente, fraternal. Se habían unido mucho. Conversar con ella le haría bien y aprovecharía para ver a la sobrina.

Estaban las dos en la cocina, mientras Zelena, con su hermoso vestido verde y floreado hasta los pies, preparaba un té y Regina sujetaba a la pequeña Robin en su regazo, acunándola dulcemente, sentada en la mesa de la cocina. Robin le regalaba su más hermosa sonrisa desdentada y no apartaba sus ojos de la tía.

‒Me alegra que hayas venido, hermana...Hace un tiempo que no venías a casa...Y Robin también te echaba de menos‒sonrió a la hermana y a la hija, mientras cogía su manita.

Regina le sonrió a su vez.

‒También echaba de menos a esta muñequita...‒dijo, mirando a Robin y estrechándola más contra ella.

‒Me dijiste por teléfono que querías conversar...¿Algo va mal?‒preguntó Zelena mientras servía el té y se sentaba frente a Regina.

‒Bueno, mal, mal no...O al menos, no sé...‒suspiró la morena

Zelan frunció el ceño.

‒Sigue

‒Por favor, esto no puede salir de aquí...Necesito confiar en ti, Zel...

‒Tienes mi palabra. Todo se quedará entre estas cuatro paredes.

Regina reunió valor, respiró hondo y continuó

‒Zelena, hace ya un tiempo, no mucho, pero un tiempo...Que vengo sintiendo cosas diferentes, ¿sabes?...Con respecto a Emma

‒¿Con respecto a Emma? ¿Cómo es eso? ¿No me digas que estáis de nuevo a la gresca, Regina? ¿No habíais superado esa fase? ¿De nuevo peleando?

‒No, no es nada de eso...Todo lo contrario...Yo...‒dejó de hablar

Zelena esperó, dado que su hermana no decía nada y miraba hacia abajo, avergonzada, la miró profundamente a los ojos, intentando descifrar algo.

‒Ay, no sé ni cómo decirlo...‒Regina tragó en seco

‒Regina, lo que tú...‒dijo la pelirroja, y se calló abruptamente, cuando se le pasó algo por la mente. ¿Será que...? Desorbitó sus grandes ojos claros delante de Regina, sonrió y se tapó la boca con las manos ‒¡No! Hermanita, ¿no me digas que...?

‒Refrena ahí, cuidado con lo vas a decir...‒la reprendió ‒Yo...Me he venido...Sintiendo atraída por ella‒soltó de una vez, girando el rostro.

Zelena se echó a reír y batió palmas, entusiasmada.

‒¡Por Oz, Regina, quién diría! ¡Echándole el ojo a la rubia salvadora! Nunca lo hubiera imaginado...¡La de vueltas que da el mundo!

Dulces deseosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora