Revelación

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Bosque Encantado

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Bosque Encantado

Había llegado el momento tan esperado y ansiado por la Reina Regina y por Fiona: la última de las pociones, aquella que dejaría a Fiona fuerte y lista, tal como era antes para concluir todos sus planes, juntas. Tras unos días de luto para que Fiona se recuperase de la muerte de su hijo, las dos estaban juntas y preparadas para que Fiona se tomase aquella última poción. Y tras eso acontecer, finalmente unirían sus sangres, quedándose enlazadas en igual poder y podrían viajar libremente entre todos los reinos, dando libertad a la Reina para espiar sus sujetos de venganza siempre que quisiera. Tras eso, solo faltaba prepararse con fuerza para concluir la Última Batalla y tener la sangre de la Salvadora en sus manos y así convertirse en los seres más poderosos y conquistar los mundos, culminando sus actos de venganza, con la Reina finalmente libre de la dependencia de su parte buena, la alcaldesa.

Estaban las dos mujeres frente a la marmita de la que salía un humo rojo, en un cuarto oscuro y lejos de los ojos de todos en el castillo, en aquel día que quedaría marcado eternamente para las dos. Clarissa no quiso estar con ellas, se quedó estudiando en su cuarto. Se concentraron dándose las manos, con los ojos cerrados y profiriendo las palabras del hechizo. Fiona metió un vaso dentro de la marmita y tomó una gran cantidad del líquido caliente, haciendo una mueca y sintiendo su cuerpo arder en llamas. Sufrió dolores de transformación y sintió cómo si lenguas de fuego traspasaran su carne, se retorció, giró y cayó al suelo, y a pesar de saber que eso era normal, se asustó ante las reacciones de su cuerpo. Era como si la partieran por la mitad para después ser reconstruida pedazo a pedazo. La reina estaba a su lado, agarrando su brazo, evitando así que perdiera el control por completo.

Y, cuando finalmente los dolores y las quemaduras cesaron por completo, tras largos minutos de agonía, Fiona se alzó lentamente, como una Fénix, triunfante, con una sonrisa enorme en el rostro. ¡La nueva sensación de la que disfrutaba era espléndida! Era la de un nuevo nacimiento...Sentía un extremo poder fluir por cada vena y arteria de su cuerpo y extenderse por cada poro de su piel. Cada célula que habitaba en ella vibraba con magia negra de gran alcance e impacto. Los ojos brillaron con una viva tonalidad anaranjada y después volvieron a su color normal, negros. Incluso su piel y sus ojos fueron renovados y estaban totalmente brillantes, todo diferente, no quedaba nada de la Fiona decadente de meses atrás cuando fue traída de vuelta de su profundo sueño en las Montañas Altas, a no ser la gran cicatriz en su clavícula. De resto, era una nueva Hada Negra, derramando jovialidad y sensualidad. Fiona había alcanzado su punto máximo de poder y fuerza. La sangre de Emma sería la cereza del pastel que las volvería invencibles.

Las mujeres se sonrieron la una a la otra en complicidad.

–¿Lista?–dijo Fiona encarando a la reina con una amplia sonrisa, sacando de su profundo escote del vestido negro un cuchillo grande y afilado.

–¡Como no lo he estado en la vida!–respondió la Reina Malvada, con aires de victoria.

Y Fiona cogió el brazo de la Reina Regina, que estaba enfundado en una manga roja, larga y de encaje. Levantó la manga hasta el final bajo la mirada atenta de la Reina, y sin aviso, le hizo un corte mediano en la piel del antebrazo, arrancándole un gruñido de dolor, dejando en la zona un rastro viscoso de sangre caliente. Después, hizo lo mismo en ella, el mismo rasgo de dolor, en el mismo sitio del brazo. Colocó los dos cortes enfrentados y apretó con fuerza ambos brazos, su sangre mezclándose con la de la reina.

Dulces deseosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora