28. Hundirse no es opción.

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Capítulo 28.

Hundirse no es opción.

"Cada cual mira los acontecimientos desde su esquina, con el rostro vuelto hacia la pared para no ver lo que no quiere"

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"Cada cual mira los acontecimientos desde su esquina, con el rostro vuelto hacia la pared para no ver lo que no quiere".

-Matilde Asensi.



Es tan tranquilo aquí…

No hay ruidos.

No hay voces.

No hay pesadillas .

No está él.

Me hundo aún más y decido abrir los ojos para mirar hacia arriba.

¿Por qué no me puedo quedar aquí?.

Todo es tan perfecto aquí.

Siento como el aire comienza a faltarle a mis pulmones pero no me desespero.

Solo dejo que el poco aire que aún contengo salga poco a poco de mi boca.

Es lo mejor.

Así no tendré que volver…

Unos toques a la puerta que se escuchan distantes, me hacen salir del trance en el que estaba, y saco mi cabeza del agua, lo más rápido que puedo.

Mi respiración esta totalmente descontrolada y mi corazón late como si fuese a salir volando de mi pecho, me sujeto de los bordes de la bañera y trato de controlar mi respiración, tomando suficiente aire en mis pulmones para luego soltarlo.

—Ashley, llevas mucho tiempo allí adentro, ¿todo bien? —mamá pregunta en un tono de preocupación.

Hace una hora escuche que alguien abrió la puerta de ña casa y supuse que era mi padre, ya que mamá pasa la mayor parte del día en el hospital y llega tarde de la noche.

—Descuida mamá, solo me dormí un rato —respondo levantándome para salir de la bañera, el agua ya casi estaba fría, al contrario de lo tibia que estaba cuando entré hace un rato.

Hace una hora en realidad.

—¿Dormir en la bañera?, tienes que tener cuidado con eso —escucho su voz a lo lejos, y tomo la toalla para salir del baño—. De hecho es bastante peligroso…

Escucho que sigue hablando desde su habitación y entro a la mía para vestirme.

Ella me aviso hace unas horas que saldría tempraro del trabajo, pero no imagine que fuera tan temprano.

Unos minutos después bajo a la cocina en busca de mamá. Ella se encuentra de espaldas a mi, apoyada del lavabo al parecer lavando sus manos.

Sin que ella se de cuenta, me acerco hasta donde está dando sigilosos pasos y envuelvo mis brazos alrededor de su cintura mientras cierro los ojos y dejo caer mi cabeza en su espalda.

El Hombre Del Sombrero Negro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora