21: LOS CAMPOS

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VEINTIUNO

LOS CAMPOS


5:53

VIERNES, 17 DE MAYO DE 2024

Nos acercamos, con cuidado de no dar un paso en falso y caer o peor, ser descubiertos por los guardas que vigilan el perímetro de muros espinosos que nos separan del centro, de los responsables de esta miseria. Nos rodea un árido paisaje del que estoy seguro, la vida será incapaz de volver a crecer en un buen, buen tiempo.

Jack da largas inhalaciones y suelta el aire con pesadez. Elena, a pocos pasos de él, aprieta todavía más su pecho contra la tierra y procura no mirarlo; supongo que aunque parezcan experimentados y conscientes de lo que hacen, es inevitable que sientan miedo.

Bianca toma la delantera y con movimientos delicados, sus largos dedos rodean el hombro cubierto del improvisado líder. Jack la voltea a ver y sonríe con calma por primera vez en horas. Yo, que he simulado no apreciar la escena, soy incapaz de hacer a un lado la amarga sensación que me quema en la boca del estómago.

—Todo saldrá bien, Jack, hemos repasado el plan varias veces —susurra. Él cierra los ojos y regresa la absorta mirada al frente.

—Bianca, mis padres murieron por esta enfermedad de mierda. ¿Estás segura de entrar? —frunce el ceño, cansado. Al mencionar a sus padres, soy incapaz de no dirigir mi atención a la mochila que lleva. En su interior se vislumbra la silueta de su pistola—. No habrá vuelta atrás. También va para ti, Ángel. Es la última oportunidad.

—Creo que nos quedamos sin más opciones al venir —respondo, ocultando el temblor de mis manos.

—Bien.

Da una mirada a su reloj; en contados minutos será el cambio de guardia y por lo tanto, la oportunidad de entrar en el campo. Felipe se acerca en cuclillas. Desde nuestra posición logramos ver una gran parte del terreno y él lo ha aprovechado para tomar unas cuantas imágenes en el dispositivo de antes.

—¿Qué pretendes con eso?

Él ríe como si fuera la pregunta más estúpida de todas.

—Evidencia. Imagino que tienes conocimiento de NageF —asiento, a lo que suelta un suspiro de alivio—. Perfecto, planeo utilizar esta información para mover un poco las tendencias en la página. Servirá, si es que las demás ciudades... o países, viven una situación similar a la nuestra. Puede que aún no hayamos sentido el golpe más fuerte, pero no está de más ir un paso adelante del enemigo.

Enemigo...

—Tienes razón.

—Claro que la tengo —tuerce la boca justo antes de pasar de mí, y frotándose el cabello, le hace un cuidadoso llamado a Jack—. Va siendo hora.

El líder pasa la voz al resto del grupo y a medida que veo el cambio en el temple de cada uno, me doy cuenta de que, de verdad, no hay vuelta atrás; al cabo de un minuto termina de avisar a Elena, en el momento en que un par más de guardias se suma a la escena cuesta abajo: arriban hasta sus dos colegas y palmeándoles la espalda les indican que es tiempo del cambio. Comenzamos a bajar, lento, en silencio.

Temo que con cada latido mi corazón salga de su prisión, pues su fuerte golpeteo es lo único que siento a medida que me aferro al pensamiento de que nadie se percatará de que estuvimos ahí hasta haber salido a salvo. Jack lidera el acercamiento lo suficiente como para distinguir la dureza en los rostros de los nuevos guardas.

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