15: CAZADO

25 3 3
                                    

QUINCE

CAZADO


9:16

DOMINGO, 12 DE MAYO, 2024

Tres días después, tocan a la puerta mientras desayuno. Aunque ha sido algo complicado mantener el orden en ese tiempo —papá aún no llega, ni responde mis mensajes—, creo que he logrado apañarme. Con algo del dinero que ha dejado antes de partir en la caja fuerte, como me dijo en el último de los intercambios de palabras que tuve con él, podía aguantar perfectamente unos tres meses. Claro, imagino que el esfuerzo de su vida debido a los dos trabajos que se cargaba encima, además del constante afán de guardar lo poco que sobraba, ha dado sus frutos después de todo. Aunque pienso, sería más si no fuera por su vicio al alcohol que le enloquece.

Limpio mi boca con el antebrazo y dejo a un lado la tortilla que me preparo, para gritar desde mi puesto. Desde la vez del mensaje que dejó el extraño en la puerta, no me fío. Jack, tampoco ha escrito más nada. Mucho menos Miguel.

—¿Sí? —elevo la voz lo suficiente como para ser oída a través de la puerta—. ¿Quién es?

No recibo respuesta, por lo que repito:

—¿Sí, hola? ¿A quién necesita? —Para ese instante ya me he puesto de pie, y caminado hasta el umbral. Pego el oído, recostado sobre ella, y escucho si dicen algo.

—¿Se encuentra el señor Torres en casa? —pregunta al final, una gruesa voz masculina.

¿Debería decirle?

—¿Quién lo necesita? —inquiero.

—Policía —ahora su voz se ha vuelto autoritaria. Demanda—: necesito que abra la puerta ahora mismo.

La manera en que lo dice no me trae buena espina. Miro el celular que cargaba en el bolsillo de la pantaloneta y leo en busca de algún aviso por parte de Bianca, Jack o Miguel acerca de lo que pasa. Nada. Así, como ha venido sucediendo desde ayer.

»Se está realizando un censo a nivel del país. ¿Se encuentra el señor Torres en casa?, ¿con quién me comunico? —añade.

¿Un censo? No he escuchado nada acerca de eso en los noticieros nacionales. Recientemente todo ha estado muy quieto; desde las publicaciones que abundan NageF, hasta los canales de comunicación. Tan solo transmiten los programas diarios: telenovelas y chismorreos, y no sé si se trata de una artimaña, o es una respuesta muy simple, como que las cosas se han calmado y no se presentan problemas asociados con ese gran proyecto.

Abro la puerta; son dos extraños vestidos con traje de la milicia. Los ojos del desconocido relevado me detallan por un segundo, suficiente para mirarme de arriba a abajo y hacer una mueca de desaprobación.

—Soy su hijo.

La mueca se intensifica.

—¿Nombre? —Pregunta, mientras golpea con el dorso de la mano el pecho de su compañero, el cual obedece al sacar una especie de tablilla donde revisa lo escrito en ella, y supongo, añadirá lo que le diga.

Decido que es mejor obedecerle. No sé qué tipo de problemas pueda tener si me reniego a dar información; además, es un censo. Es normal, ¿no? Lo hacen con regularidad para ver el estado del país.

—Ángel Torres —murmuro, a secas.

El sujeto de atrás confirma unas cosas, y veo que chulea otras en la hoja. El que ha hablado todo este tiempo dirige su tosca mirada hacia mi hombro.

VIDENCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora