Capítulo 11

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Ya estaba retrasada para ir al trabajo y todo era un desorden mientras me ponía los zapatos y recogía las carpetas con los documentos para ponerlos en mi bolso.

Me desperté en la madrugada después de tener un sueño muy extraño, mi corazón parecía sangrar, y cada vez que recordaba la escena de aquella mujer tirada en un rincón llorando, me dolía el alma. Pasé el resto de la madrugada orando e intercediendo por esa vida. Sentí esa necesidad. No conseguí cerrar los ojos hasta que no hice aquello. Resultado: Estoy afligida y atrasada.

Después de verificar que todo estaba en mi bolso, salí de la habitación, y sin siquiera tomar un café abrí la puerta, di los buenos días en voz alta y literalmente corrí.

La oficina no está tan lejos de casa, podía ir caminando tranquilamente, claro que en sentido figurado, pues en este momento iba corriendo; pero me detuve abruptamente cuando oí un pequeño lloro que venía de un callejón.

Sentí que me dolía el corazón y recordé el llanto del sueño. Olvidé el trabajo y el retraso, pedí dirección al Padre y entre en aquel callejón.

Caminé lentamente hacia la persona, pero antes de acercarme demasiado ella se levantó, gritó de una forma que quiebra el alma: —No tengo nada más —y luego corrió, incluso con dificultad.

Me quedé inmóvil durante algunos minutos, sin embargo, me di cuenta de que necesitaba ayudarla de alguna manera y comencé a llamarla en voz alta. Sin éxito. Ella desapareció y yo me quedé allí sintiendo angustia en mi pecho.

(...)

El trabajo no me ayudó a distraer. Pasé el día llamando la atención; Juan Lucas ya me había hecho varias veces la misma pregunta y, aunque, no estaba nada bien, mentí para no involucrarlo en lo que sentía.

Jonas me había preguntado varias veces también, y creo que incluso los clientes percibieron mi estado.

Respiré profundo y apoyé mi cabeza sobre la mesa.

—Mel, ¿podemos hablar? —me asusté por la voz de Juca y me levanté muy rápido, lo que causó un leve mareo, sólo entonces recordé que aún no había comido. Lucas me sostuvo, y después me guio a su oficina. Me senté en su silla y casi sonreí cuando él me inspeccionó. Estaba realmente preocupado, su frente tenía una arruguita, esa era la señal.

—¿Qué tienes Butterfly? —él estaba ansioso por una respuesta. Me pareció hermoso cuando me llamó así, por primera vez; esta semana se pasó volando y, ni siquiera, tuvimos tiempo para otra cita.

—Estoy bien —me miró enfadado y cruzó los brazos desafiándome a seguir negando lo obvio—. Está bien, hoy no he comido nada y también tuve un sueño ayer que me dejó inquieta —él se comunicó con Jonas, y le pidió el favor, que me trajera un bocadillo lo antes posible.

—¿Quieres contarme de qué se trataba el sueño? —se puso en cuclillas frente a mí y me acarició la mejilla con el pulgar.

Automáticamente las lágrimas descendieron al recordar a aquella chica. Puede que no haya visto su rostro, pero reconocería su voz en cualquier lugar.

—Oye, tranquila. Shhh, no necesitas hablar si no quieres —enjugó mis lágrimas y me dio un abrazo. Me fui calmando y conseguí reestablecerme, aunque sabía que el maquillaje se había estropeado.

—Discúlpame por eso, Juca. Sentí que me dolía el corazón durante el sueño, pero no era un sueño común. Era una revelación. Sentí una tremenda necesidad de orar por la vida de la chica que vi, ella lo necesitaba, sentí el dolor que ella sentía. Eso me dejó angustiada.

Un Largo ViajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora