MELISSA
Quería que nuestro encuentro hubiese terminado de otra manera, pero aprendí que ciertos acontecimientos vienen para que se cumpla la voluntad de Dios. Juca estaba destrozado y yo sólo le pedía fuerzas a Dios para ayudarle.
El accidente de ella fue grave, y probablemente, traería consecuencias. A Juca le costaba creer todo lo que descubrió y pude ver culpa en su mirada, pedí la dirección de Dios e intenté hablar con él, no podemos sentirnos responsables por las decisiones de otros; aunque sean nuestros familiares; yo sabía perfectamente lo que era andar por dos caminos, y si Lorena lo permitía y quería, estaría dispuesta a ayudarla en todo.
(...)
Habían pasado tres semanas desde que todo ocurrió, durante ese tiempo ayudé a Juca en el hospital y a Jonas en la oficina. Hablando de él, Jonas y Anaju, finalmente, están saliendo y papá ahora vive dramatizando, diciendo que perdió a sus dos hijas a la vez y que no pensamos en su pobre corazón. Mamá sólo se ríe, está feliz porque según ella, ganó dos hijos y una hija más para amar, espero que Lorena nos acepte, por lo menos, eso es lo que pido en oración.
Llegué a la habitación y exhibí una sonrisa tonta, Juan Lucas estaba durmiendo todo incomodo en el sillón, sosteniendo la mano de su hermana, que continuaba en coma. Sentí un enorme amor por ellos, mi familia que Dios preparó; espero que Lorena salga pronto de esto. Me acerco a él y le acaricio el cabello para despertarlo, esboza una sonrisa y murmura un buenos días.
—Buenos días, príncipe. Tienes que ir a comer algo —continúo acariciándolo mientras se despierta.
—Puedo acostumbrarme a despertar así todos los días —me sonríe y me sonrojo, es increíble cómo logra dejarme avergonzada.
—¿Será que cuando nos casemos te seguirás sonrojando con mis comentarios? —le di una palmada en el brazo y se limitó a reír.
—Butterfly, eso no duele —hago un gesto de indignación, y él se rio levantándose enseguida, me dio un beso en la frente y se encaminó hacia el baño.
Juan Lucas no tardó en salir de la habitación y se dirigió a la cafetería. Mientras no estaba, hice exactamente lo que hacía todos los días al llegar, abrí las ventanas, cambié las flores y comencé mi oración. Hola Padre, vengo una vez más a tu presencia a pedir por la vida de tu hija, no entiendo tus designios, pero los acepto. Que tu voluntad prevalezca sobre nuestras vidas y que cada día aprendamos más de ti. Acompaña a Lorena, Padre, nuestra relación no es como me gustaría, pero ya la amo como una hermana y sé que el Señor ha preparado todo para que sea restaurada. Gracias por estar siempre aquí para nosotros, ¡amén!
Cuando terminé de orar sentí que Lorena me apretaba la mano, la llamé por su nombre, sin embargo, sólo apretó mi mano nuevamente. Salí de la habitación para llamar a alguien y Rosa pasaba por allí en ese momento.
—Gracias a Dios te encuentro, Lorena apretó mi mano —yo parecía una desesperada. Rosa frunció ligeramente el ceño y entró en la habitación, saliendo poco después con un semblante preocupado.
Dos minutos después, otros médicos y enfermeros entraron en la sala poniéndome ansiosa, vi a Juan Lucas y controlé mis nervios, él necesitaría de mí. Le expliqué lo que estaba ocurriendo y vi que sus ojos brillaban de esperanza y felicidad.
Estábamos solamente esperando allí, cuando Rosa lo llamó y me arrastró con él. Lorena estaba sonriendo, sin embargo, frunció el ceño al dirigirse a mí.
—¿Quién es ella? —Juca se sentó junto a su hermana en la cama y tomó su mano.
—Se llama Melissa, es mi novia —ella hizo una mueca.
—¿Por qué no la recuerdo? —alternaba la mirada entre los dos, confundida con todo. Juan Lucas me miró y yo me acerqué.
—Conversen mientras yo voy a llamar a Rosa, cuéntale todo lo que ha pasado —Juca nos dio un beso a mí y a su hermana, y salió de la habitación. Bajé la cabeza avergonzada, sin saber por dónde empezar.
—¿Me vas a contar lo que pasó o tendré que quedarme con la curiosidad? —se cruzó de brazos impaciente.
—No sé muy bien cómo empezar —me senté de nuevo en el sillón y la miré, parecía estar evaluándome minuciosamente.
—¡Empieza por el principio, de una vez! ¿Dónde se conocieron? —la pregunta me hizo dar un sobresalto; sin embargo, no podía mentir ni tan poco ocultar una parte de mi historia. Me levanté y comencé a caminar por la habitación mientras reunía el valor para expresar mis pensamientos.
—Hace cinco años fui condenada por un delito que no cometí —la vi abrir la boca para interrumpirme, y levanté la mano pidiéndole que esperara.
—Mi exnovio asesinó a dos personas y como yo estaba en una pelea corporal con él para conseguir el arma, ésta se disparó, él aprovechó y disparó nuevamente. Mis huellas quedaron allí y no tuve forma de demostrar mi inocencia.
Ella me miraba fijamente con una expresión nada buena, conocía exactamente la postura que tenía, a causa de lo sucedido con sus padres y sabía que por eso no me aceptaba. Pero Dios puso en mi corazón que necesitaba hablar con ella, necesitaba hacerle ver más allá de su dolor, todos sufrimos y aunque Lorena haya perdido a sus padres su dolor no es mayor que el mío, son heridas diferentes, no mayores.
—Estoy en contra de que ustedes tengan una relación, ¿no es así? —preguntó un poco distante, parecía luchar con su conciencia.
—Sí. Cuando tu hermano nos presentó, tú dejaste eso muy claro. Pero te entiendo —me mira dubitativa, buscando alguna señal de engaño en mi mirada, pero no encontró nada.
—¿Por qué me cuentas todo esto? —sonreí y me acerqué a su cama, y ella abrió aún más los ojos asustada.
La miré fijamente y le dije lo que quería decirle desde que la conocí.
—Quiero pedirte perdón —me humedezco los labios y continúo—. Me vi envuelta en la muerte de tus padres y pagué por ello —me mira furiosa y no impide que sus lágrimas desciendan. Su silencio me desestabiliza, pero sigo adelante, tengo que decirlo todo y liberarme de la culpa de una vez por todas.
—No te estoy pidiendo que seamos las mejores amigas, sólo quiero una oportunidad para demostrarte que ya no soy aquella Melissa —miro sus ojos y veo el dolor reflejado en ellos. Tendré que luchar mucho por su perdón.
—Digamos que te perdono, ¿quién me garantiza que no me arrepentiré? —mi sonrisa se amplía, esa es la oportunidad perfecta para hablar del amor de Dios, aunque ella ya lo sabe.
—Dios lo garantiza. Pero, no tienes que decir nada ahora, tómate el tiempo que necesites —se limitó a asentir y nos quedamos en silencio hasta que Juca y Rosa entraron en la habitación, la rubia le explicó todo lo que le había pasado a mi cuñada, mientras ella intentaba ser fuerte a pesar de estar destrozada.
(...)
Después de la conversación con Lorena fui a casa, no estaba bien como para ir trabajar, sólo necesitaba tener mi tiempo con Dios.
Esperaría con paciencia el tiempo que necesitara Lorena.
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Un Largo Viaje
RomanceTraducción de la historia en portugués titulada: "Uma Longa Jornada". Autora: Janiele Gomes. La vida de Melissa dio un giro cuando fue condenada por algo que no cometió. Después de cinco años, ella recibe su libertad y decide reemprender su vida, lo...