Quien dijo que la vida de casado es mala, no sabe lo que es despertarse todos los días, al lado de la persona que amas. Melissa siempre estaba hermosa, cada día me despertaba más temprano sólo para observarla, su rostro es sereno y tranquilo, especialmente aquel día tenía un brillo diferente. La miré un poco más, intentando desvelar lo que había cambiado y no lo conseguí.
Hace tres meses que nos casamos, y han sido los mejores días de mi vida, incluso nuestras peleas son buenas, siempre acaban en risas. No me canso de decir lo mucho que la amo.
Lorena vive con nosotros, y ha dicho que se va a vivir sola, incluso hemos discutido; por suerte Mel estaba cerca y calmó nuestros ánimos. No quiero que mi hermana sufra nuevamente.
Beso el cabello de Melissa y me levanto despacio para no despertarla, anoche nos acostamos tarde y está cansada, así que iré a preparar el desayuno.
Recorro pasillo tarareando entusiasmado, paso por la sala y veo a Lorena tirada en el sofá, durmiendo toda desperdigada, sonrío con la escena. Me acerco a donde se encuentra y quito el control de la televisión de su mano, apagándolo, luego tomo a mi hermana en mi regazo y la llevo a su habitación. Recuerdo cuando tenía dos años y me encantaba cuando la llevaba así; si se despertara ahora, probablemente estaría roja de vergüenza y no entiendo por qué. La pongo en la cama y se gira hacia un lado, sin despertarse. Salgo de la habitación y vuelvo a la cocina, tengo que preparar el desayuno.
(...)
Después de que todo está listo y la bandeja preparada, sonrío y voy a despertar a mi esposa. Aun me pongo nervioso cuando llamo a Melissa, mi esposa, es una sensación maravillosa, Dios me dio el mejor de los regalos.
Entro en la habitación y ella aún duerme. Mel ha estado somnolienta estas últimas semanas, hay días que duerme la siesta en el escritorio de la oficina, pensé en despedirla; sin embargo ella se resistió; así que sigue trabajando conmigo y con Jonas, el cual se casó el mes pasado, estuvo dos semanas en un resort y, en breve, se irá a un viaje misionero. Me alegré por mi amigo, pero me preocupé por su trabajo en la oficina, y cuál fue mi sorpresa cuando apareció con Caio y dijo que él me ayudaría. Técnicamente, Caio aún no puede trabajar como abogado, pero pronto podrá hacerlo, ya que está por finalizar la universidad. Será una gran ayuda.
Pongo la bandeja en la mesita de noche y me siento en el borde de la cama. Empiezo a besar su cabello, paso a sus ojos, a sus mejillas y veo cómo abre una sonrisa perezosa, antes de que bese ligeramente sus labios.
—Buenos días, dormilona. He hecho tu desayuno —paso el pulgar por su mejilla y ella se estira, arrastrándose hasta la cabecera de la cama y sentándose.
—No soy dormilona, sólo es que últimamente me da mucho sueño. Es muy diferente —dice seria, doy una carcajada y soy golpeado enseguida con una almohada.
—Ok señorita "no dormilona", ya no está aquí quien dijo eso —me levanto y tomo la bandeja, poniéndola en su regazo, recibiendo la sonrisa más hermosa que he visto nunca. Hice todo lo que a ella le gusta, café con leche, huevos revueltos, tapioca y queso.
Me senté a su lado y mientras comía conversamos de nuestros planes y, de repente, Melissa se quitó la bandeja del regazo para correr al baño con la mano sobre la boca. Prácticamente salté de la cama y fui tras ella.
Le sujeté el caballeo y acaricié su espalda mientras ella devolvía todo su desayuno.
—¿Estás mejor? —me apoyé en la cabina de la ducha mientras mi butterfly se lavaba los dientes.
—Sí, así es. Fue solo un malestar y... —Melissa dejó caer el cepillo de dientes y se puso pálida, haciendo que mi desesperación aumentara—. Amor, ¿qué día es hoy? —parpadeé atónito.
—Treinta, ¿por qué? —resopló y me miró enfadada.
—¿Cómo que por qué? Tengo un retraso —sus ojos se llenaron de lágrimas y los míos se abrieron ligeramente al comprender su sospecha.
—¿Será butterfly? —yo también comencé a emocionarme.
—Compremos una prueba en la farmacia —dice eufórica, y corre a la habitación, yo voy detrás de ella.
—¿Por qué no vamos directamente a un hospital para que te realicen un examen de sangre? Así estaremos del todo seguros.
Doy la idea, y ella sólo asiente y se viste apresuradamente.
Mientras termina de alistarse, yo bajo con la bandeja. Escribo una nota a Lorena y espero a que Mel baje, que no tarda mucho, y luego nos vamos al hospital. Mi corazón estaba a mil.
(...)
Esperamos el resultado del examen durante treinta minutos, un excelente ejercicio de paciencia. Melissa ya había ido a la recepción unas tres veces, estaba aprensiva.
—Siempre quise ser madre —la miré emocionado.
—Yo también siempre he deseado ser padre —me dio un pequeño beso, y luego se apoyó en mi hombro, dejando escapar un suspiro.
Cuando empecé a dormitar, la misma señorita que nos había atendido me despertó. Tenía un portapapeles en la mano y una sonrisa en el rostro.
—Hola, por favor, acompáñenme, la doctora Andrea los está esperando —Mel se levantó casi de un salto y tiró de mí. Intenté contener la risa, pero me fue imposible y recibí una mirada de reprimenda de mi esposa; ella estaba nerviosa, lo que la hacía aún más hermosa.
(...)
—Con permiso, doctora —Melissa abrió la puerta y entró enseguida. Fuimos recibidos por una joven médico, muy sonriente.
—¡Hola, buenos días! Siéntense, por favor.
Nos sentamos y empieza a analizar el examen, su sonrisa se amplía y veo que Melissa aprieta su bolso. Comparto el mismo sentimiento que ella, estoy igual de ansioso.
—Muy bien, Melissa estás genial y en 8 meses recibirán un regalo. Felicidades papá —Melissa suelta un pequeño grito y se lanza a mis brazos dándome un beso, lo que me tomó por sorpresa.
—¡Vamos a ser padres! ¡Dios es tan maravilloso! —su emoción es tal, que sólo se acuerda de la doctora cuando ella finge una tos.
—¿Quieren oír los latidos del bebé? —nos miramos y asentimos.
Nunca olvidaré aquel momento, escuchando el corazón de nuestra bebé, lloramos de emoción. Dios estaba cumpliendo, una vez más, su promesa en nuestras vidas.
(...)
Melissa no pudo contener su ansiedad y llamó a su madre, a su hermana, y después a Maya. Lorena estaba que no cabía en sí de tanta felicidad, y yo estoy dichoso y agradecido de que Dios me haya bendecido de una manera tan hermosa.
(...)
1 año después
—Tu turno amor —sentí que Melissa me golpeaba ligeramente el brazo y me levanté lentamente estirándome.
Victoria lloraba como si no hubiese un mañana. Todo eso a las cuatro de la mañana. Entré en su habitación y sonreí, mi hija era una guerrera.
Desde su nacimiento luchó por la vida y por eso recibió ese nombre. Ahora con casi cuatro meses, está bien; Dios la ha guardado de todo mal.
La cojo en brazos y empiezo a hablarle, y se va calmando.
—Eres tan hermosa, hija, te pareces a tu madre. Te amo tanto, tenía tanto miedo de perderte, pero Dios me reconfortó. Él es todo lo que necesitamos para ser felices. Nunca te olvides de Él, princesa —le di un beso en la frente y ella hizo un sonido divertido como si comprendiera todo.
—¡Te amo! —siento un beso de Melissa en mi espalda y sonrío—. Ustedes son mis tesoros más preciados —me abraza la cintura.
—Dios siempre nos da más de lo que pedimos o soñamos, por eso debemos estar siempre agradecidos —dije casi llorando.
Siempre estaré eternamente agradecido de que Dios me haya dado esta familia.
Aunque todo parezca difícil, o el mundo diga lo contrario de lo que Dios habló, aunque el camino sea largo, nunca dejes de confiar en el Señor, Él es tu refugio y fortaleza.
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Un Largo Viaje
RomanceTraducción de la historia en portugués titulada: "Uma Longa Jornada". Autora: Janiele Gomes. La vida de Melissa dio un giro cuando fue condenada por algo que no cometió. Después de cinco años, ella recibe su libertad y decide reemprender su vida, lo...