Capítulo 19

107 41 10
                                    

JONAS

Quien no me conoce, piensa que soy un chico con una vida tranquila, que no tengo problemas. Se engañan los que piensan eso, simplemente no me gusta dejar que mis problemas me dominen.

Mis padres eran misioneros y vivíamos viajando. En uno de esos viajes me enfermé y tuve que quedarme con mi abuela, y fue con ella que permanecí, hasta el día en que el Señor se la llevó a vivir con Él; al igual que mis padres aquella noche. El avión cayó, no hubo ningún sobreviviente, incluyendo a mis padres. Yo estaba devastado y mi abuela también, pero nos aferramos a Dios y Él nos dio la fuerza necesaria para continuar.

Años más tarde nos mudamos, entré en la universidad de mis sueños y fue allí donde conocí a Juca. Nos hicimos amigos enseguida, él es como mi hermano. Somos muy diferentes y, a la vez, parecidos.

Seguí de cerca toda su trayectoria hasta ahora y acabé adoptando a Lorena como hermana también, ver que ella se alejaba de Dios, dolía, pero sabía que el Padre estaría al control. Me alegro de que Juca tenga ahora a Mel, estaría más afligido si ella no estuviera a su lado, es en estos momentos que veo cuán grande es el amor de Dios por nosotros y cuan bueno es esperar su tiempo. Él siempre nos sorprende y eso fue justamente lo que sucedió conmigo después de conocer a mi jinjolito, a ella no le gusta el apodo pero a mí no me importó, ella es pequeña y dulce como un jínjol, aunque a veces se enoja y hace berrinches. Yo supe desde que la vi, que era ella, mi amigo el Espíritu Santo me lo confirmó esa misma noche durante mi oración.

Siempre que me acuerdo de ella a mi corazón le falta poco para salir por la boca, nunca imaginé vivir algo tan fuerte e intenso. Empezamos siendo amigos, y decidí declararme, Anaju se quedó callada y casi me da algo cuando dijo que sí, fue uno de los momentos más felices que he vivido. No sé cómo será nuestra convivencia cuando nos casemos, pero ya sueño con ello.

(...)

Desde siempre he servido a Dios, pero mi primera experiencia real con Él, fue a los quince años. Hoy tenemos una intimidad muy grande.

Desde muy joven supe que mi llamado era las misiones, por eso siempre salgo a las calles y hablo con las personas que, en su gran mayoría, necesitan tan solo un abrazo.

Siento que finalmente llegó el momento de volver a viajar a las misiones, por eso he planeado una propuesta de matrimonio. Sé que parece precipitado, sin embargo para mí es el paso más importante que estoy dando y sólo oro para que ella acepte, de lo contrario seguiré intentando hasta que acepte.

Recuerdo la forma como se veía cuando le pedí que fuera mi novia hace tres meses, lloraba tanto que no podía ni hablar, sólo movía la cabeza en señal de afirmación. Anaju es más de lo que soñé, y con seguridad, mucho más de lo que le pedí a Dios, ella fue hecha a la medida para mí.

(...)

—Jo, ¿a qué hora vamos a visitar a Lorena? —Anaju me mira sonriendo y yo le correspondo—. ¿Me estás escuchando? —frunció el ceño en señal de desagrado y empezó a dar golpecitos con el pie en el suelo. Solo asiento con la cabeza y recibo una ligera palmada en el brazo—. Tienes que responder con palabras, cariño —enfatiza y sonrió, es fácil perder las palabras cuando la estoy admirando. Le robé un beso y recibí otra palmadita en el brazo.

—Iremos más tarde. Ahora quiero llevarte a un lugar muy especial para mí —me mira y sus ojos brillan de curiosidad, antes de que abra la boca la interrumpo.

—No te voy a decir a dónde vamos, es una sorpresa —se pone la mano sobre el corazón en señal de dramatismo y yo sólo pongo los ojos en blanco. Siempre es así cuando quiere saber algo y no puedo decírselo.

Un Largo ViajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora